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La baliza V16 es desde enero el nuevo elemento obligatorio de señalización en carretera. Sin embargo, es un claro retroceso. Su implantación se ha defendido como una apuesta por la seguridad vial, pero presenta más dudas que certezas. Se trata de un dispositivo que depende por completo de una batería. En situación de emergencia, la última preocupación del conductor debería ser si su baliza tiene carga suficiente. Los triángulos cumplen su función sin fallos eléctricos ni necesidad de mantenimiento adicional.
Además, obligar a millones de usuarios a adquirir esta baliza, se nota más impulsada por intereses comerciales que una necesidad de seguridad. Me gustaría ver un informe serio de evaluación de riesgos que justifique un sistema que funciona por otro con incógnitas. También se insiste en que la baliza mejora la visibilidad. Puede que sea útil en ciertos contextos, pero confiar la señalización a un único punto de luz situado en el propio vehículo no garantiza la misma anticipación que ofrecen los triángulos, que alertan desde una distancia mucho mayor.
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