Como caen los gatos

Los principios que explican por qué el gato cae de pie sirven para ser aplicados en nuestro perfeccionamiento personal

Ocasionalmente gusto de utilizar ejemplos animales que, de algún modo, resultan aplicables a la condición humana. Hoy nos fijaremos en los gatos. Estos mamíferos han protagonizado, a lo largo de la historia, enconados debates con objeto de desvelar el misterio de su capacidad para caer siempre de pie. Biólogos, médicos e incluso físicos dedicaron sesudas horas a estudiar este fenómeno. La ciencia moderna es hoy capaz de darnos una explicación validada. Este don se basa en dos principios: un desarrollado sentido del equilibrio que permite al gato saber en cada momento dónde está en relación al suelo y una columna vertebral extremadamente flexible gracias a sus numerosas vértebras (comparadas con otro mamífero).

¿Pero, aparte de la curiosidad, qué sentido práctico tendría todo esto para nuestro perfeccionamiento personal? Es importante destacar que la Naturaleza utiliza siempre los mismos fundamentos que buscan también los mismos resultados: supervivencia y adaptación. Por ese orden, además. Lo que le vale al gato nos vale al resto de bichos vivientes.

Atendamos al primer principio felino. Su sentido del equilibrio le permite conocer, en todo momento, su posición. Aplicado a la psique esta capacidad viene a ser nuestro sentido de la realidad. En numerosas ocasiones, cuando alguien presenta un conflicto no resuelto, presenta como primer defecto una incapacidad para interpretar la realidad adecuadamente. Dicho de otra manera hay un mundo entre lo que cree que está pasando y lo que realmente está sucediendo. Así, el primer esfuerzo debe ir encaminado a tomar el tiempo y la distancia necesaria para entender qué estamos viviendo, sin hacernos trampas a nosotros mismos.

La segunda capacidad del gato para caer de pie viene dada por su flexibilidad en la columna. Extrapolado al devenir humano esto implica trabajar nuestra flexibilidad cognitiva. Lo diré una y mil veces. "Tener cintura" (¿se fijan que hablamos de lo mismo?) es clave para sortear las dificultades vitales y que no se acaben enquistando. Y esto se consigue abriendo la mente a más de una posibilidad. Cuantas más vértebras, más cintura. A mayor número de opciones mayor flexibilidad cognitiva. El cabezón de toda la vida se estrellará siempre. De modo que podríamos concluir así: sabiendo situarnos en la realidad y barajando siempre otras alternativas al plan inicial podremos aprender a caer como lo hacen los gatos.

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