En tránsito
Eduardo Jordá
Mon petit amour
Ante las medidas –brutales, disparatadas, neonazis, chulescas, erráticas…elijan ustedes los calificativos- que va desgranando el amo Trump, no vemos las respuestas de los países afectados, que somos casi todos. Incluso los propios Estados Unidos, según las estimaciones y análisis de numerosos economistas y científicos sociales. La única pequeña excepción es China, que ha tomado algunas represalias. México y Canadá se han bajado los calzones y ya han aplicado algunas de las exigencias del patrón. De la Unión Europea no se sabe nada. Y lo peor es que no tenemos muchas esperanzas, al menos según las declaraciones y teniendo en cuenta la diversidad de opiniones que se dan, en este caso, por parte de Orban y otros gobiernos de derecha extremada. Aunque, de momento, ninguno se expresa con claridad, ni a favor ni en contra. Y de medidas a tomar, ninguna. Alguna esperanza nos dan los movimientos ciudadanos: uno muy significativo está siendo la bajada de compras de coches Tesla, propiedad del asesor omnipotente de Trump, Elon Musk. En Alemania han caído un 60 %, en Francia y en España también han caído bastante. Y eso que, en general, las ventas de coches eléctricos han crecido un 57% a nivel mundial. En consecuencia, las acciones de Tesla han bajado el 21 %.
Parece claro que somos los consumidores (ciudadanos, votantes, es lo mismo) quienes podemos hacerle algo de pupa a estos depredadores. Y de paso a lo mejor también podemos influir en nuestros gobernantes, si se dan cuenta que la gente está indignada. Porque igual que se cambia de marca de coche se puede cambiar el sentido del voto.
El principal motivo de cabreo es la propuesta de convertir la Franja de Gaza en un “resort” para que los ricos del imperio tengan más opciones a la hora de elegir el lugar donde tomar el sol y atracar el yate, liberados de molestos pedigüeños y vendedores de baratijas. El que los hoteles de 5 estrellas se construyan sobre las cadáveres de miles de víctimas del genocida Netanyahu no es de mayor importancia: por un lado ya se ha “clareado” bastante el terreno de personas y de edificios. Y por otra parte existe un horrible precedente: entre 1947 y 1949 expulsaron de Palestina a 750.000 personas en la operación llamada la Nakba, con motivo de la creación del estado de Israel. Los palestinos expulsados nunca pudieron volver y el estado de Israel no ha dejado de crecer rapiñando territorio palestino. No es mal precedente para el proyecto empresarial de Trump.
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