No es que uno valga lo que otros veintiséis seres humanos; no, eso es lo que cobras. Porque está claro que los salarios no están en función de la valía personal, sino de lo que se le reporta al Sistema económico. O mejor: lo que el Sistema quiere que represente cada uno en el mismo. Porque nuestro valor, evidentemente, lo fija el Mercado. Aquí hemos elevado el fetichismo a deidad: es el Mercado quien valora al Ser Humano, y no el Ser Humano quien fija el valor del Mercado.

Lo curioso en todo esto es la discapacidad que tenemos para empatizar con el prójimo cuando ese prójimo es pobre de solemnidad: ¿serías capaz de asumir el papel de una persona que cobrase veintiséis veces más que tú? A la inversa: ¿serías capaz de asumir el papel de una persona que cobrase veintiséis veces menos que tú?

Aunque yo confieso que también me resulta difícil ponerme en las carnes de un tal Garamendi, todo se puede conseguir con un salario digno. Porque si lo pensamos fríamente, que se le pague al ejecutor de un plan lo que a veintiséis de los administrados bajo dicha planificación, es un coste realmente asumible para el sistema: los costes derivados de cualquier proceso democrático son mucho más elevados, además de la necesidad de claridad y transparencia en la toma de acuerdos.

Todo esto ocurre en una "democracia" donde no elegimos más que a representantes que nada pueden hacer al respecto de las decisiones de los Bancos Centrales de los fuertes (EEUU, China, UE…): estos representantes son los pobres que recogen las migajas que caen de la mesa del rico Epulón, para después repartirlas entre la ciudadanía de la que ellos han salido elegidos.

Hemos aceptado el juego: no nos importa vivir en una sociedad escandalosa, donde las diferencias provocan hambre y, por tanto, injusticias. Y sabemos cómo hay que actuar en estos casos para que tales sociedades no se desmadren: mano dura con cualquier alternativa que quiera alterar ese Desorden establecido. Una mano dura "al merme", de las que no se notarán: basta con comenzar a hablar mal del alternativo en los medios de comunicación serviles a la causa fetichista. El resto lo hará una sociedad plena de personas inconscientes que ya se encargarán de ponerte a parir sin el más mínimo conocimiento de tus méritos. Y a seguir ignorantes y muertos de hambre: ¡siempre ha sido así! Y quien no se lo crea, que pregunte por ahí; sí, por un tal Barrabás.

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