Resistiendo

Andrés García Ibáñez

Los comisarios políticos

10 de febrero 2011 - 01:00

CRÍTICAS demasiado a los políticos en tus artículos", me ha dicho más de un mezquino prebendado. "Hay que ser más tolerante, en el fondo son humanos y tienen sus cosas, hay que entenderlos". "Deberías escribir más de esto o aquello…", "hay que ser más astuto". Oigo estas cosas con la convicción de estar en un mundo sin solución aparente, que revela la inutilidad de toda denuncia o reivindicación; réquiem para toda iniciativa justa y para toda demanda de libertades.

En el fondo, lo que me dicen es "deja ya de joder la marrana pues me estas perjudicando; a mí y a mi grupito de manejadores, a mis superiores y a mi clan, que tan bien nos lo hemos montado. No sea que tengamos que renunciar a alguno de nuestros privilegios". "Escribe mejor de esto…que no perjudica a los míos, ni a mi estatus".

El comisario político es el heredero directo del siervo de la gleba, pobre y parco en ambiciones del espíritu. Intermediario amaestrado, feroz perro cancerbero cuando toca y reptil genuflexo para el amo, patético y arrastrado. Son los hombres y mujeres de partido, que han hecho su vida en la sumisión y servicio a unas siglas o pequeño grupo de poder; cómplices de manipulaciones y cotarros inconfesables, estómagos que todo lo digieren. Su principal encomienda es ser vehículo de la propaganda y las supuestas bondades del grupo al que dicen representar.

Hay una evidente usurpación de la administración pública en favor de los partidos. Cualquier error o acierto de la misma lo es del partido que la gobierna en ese momento. La perversión es tan grande que hay muchos comisarios empleados en difundir los logros de su administración como éxitos que, automáticamente, pasan a ser tantos computables para las siglas del grupo. Algunos comisarios políticos hacen viajes constantes, por medio mundo y a todo trapo, para dar lustre y esplendor a las acciones o iniciativas de sus administraciones, en gran clase y a cuerpo de rey. Permanente propaganda de embajadores a sueldo.

Paniaguar y prebendar. Cada vez hay más comisarios comprados y a la defensiva; el cerco para el librepensador se estrecha a pasos agigantados, el ambiente se torna más opresivo. Los métodos de los comisarios son intentar comprar al espíritu libre, como ellos fueron comprados en su día; otorgar la prebenda o el privilegio a cambio de sellar la boca. Y si este plan fracasa, actúa la maquinaria fascista y represora. En lo personal, he tenido que escuchar de algún hombre de partido, con cargo en la administración, lo siguiente: "¿Cómo esperas que mi administración te ayude y atienda tus demandas si no paras de criticarla?". Esta es la dimensión máxima que tienen algunos de la democracia y de sus aspiraciones dentro de ella.

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