República de las Letras
Agustín Belmonte
Prólogos
Hemos estado dudando si tocar el tema del día, la tocata y fuga de Puigdemont, por dos razones: porque todo el mundo habla de lo mismo y porque la única forma de no hacer el ridículo en este caso es quedarse callaícos como hace Sánchez. Pero no podemos aguantar sin hacer un recuento de ridículos. El mayor es el del propio “Puchi” y su tropa, incluida la convicta Laura Borràs. Ni entró en el Parlament, ni influyó en el desarrollo de la investidura. Por su número y relevancia, siguen los treinta y cinco diputados de Junts, que se fueron a vitorear a su líder y luego, con el rabo entre las piernas, volvieron al Parlament a intentar parar la investidura. Los Mossos se han lucido, como es habitual en este tipo de casos. Su gloriosa actuación ha sido comentada en la prensa mundial, incluso en el New York Times. Rull, el presidente del Parlament, que haciendo gala de su papel institucional (por los cataplines), acompañó al prófugo en su ridículo paseo, y luego se fue a presidir la sesión de investidura, la cual intentaron parar sus correligionarios de Junts. Más ridículo y penosa actuación antidemocrática.
También han quedado bastante ridículas las declaraciones de PP y VOX, que han afirmado que Sánchez ha reactivado el “procès”. Curiosamente, en el extremo opuesto, la CUP ha dicho que esto se ha cargado el “procès”. Sacando la media aritmética y a continuación la desviación estándar, ambas mediciones nos dan que Sánchez sale ganando. Otra medición científica es el cálculo matemático de cuándo y dónde volverá el “president en el exilio” a hacer el ridículo. Cuando declaró la independencia, ésta le duró un minuto escaso y, siete años después, otro discurso ridículo ha durado casi diez minutos. ¿Cuánto durará su próximo ridículo y cuantos años tardará en ocurrir? Ni la IA ha sido capaz de calcularlo porque le falta un dato: cuánto tiempo seguirán los empresarios y forofos manteniéndole su tren de vida en Waterloo. Si esperan que algún día les compensen su inversión, aviados van. Tienen menos futuro que un heladero en Alaska. Porque la historia nos enseña que la independencia no pactada solo se consigue con derramamiento de sangre. Y mucha, en casa tenemos un doloroso ejemplo: ETA ha matado a casi novecientas personas y no ha conseguido nada. Sólo dolor y desprecio. Y estos que son tan listos ¿se creen que la van a conseguir gratis?
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