Cosas de la Navidad (y II)

26 de diciembre 2025 - 03:06

Cada fin de año aparecen en todos los medios de comunicación listas que seleccionan aquello que los expertos en diferentes disciplinas seleccionan como lo mejor de los últimos doce meses. Los rankings son un método rápido de saber lo que se lleva y nos orientan a la hora de elegir los regalos propios de estas fechas. Pero cuando comparas tus gustos personales con lo que se considera lo mejor del momento descubres, con profundo malestar, que has envejecido y que, por mucho que te esfuerces, tu vida transcurre en el pasado. Porque, aunque hay unanimidad en considerar que Rosalía y Bad Bunny han creado los discos imprescindibles del año; amigos y familiares, que te conocen bien , te regalan las reediciones del álbum Nebraska (1982) de Bruce Springsteen; y la de la considerado una de las peores obras de la trayectoria de los Rolling Stones, el Black and Blue que publicaron originalmente hace medio siglo . Sin embargo al escucharlo ahora te parece que no estaba tan mal como creías , porque la nostalgia lo mejora todo.

Esta sensación se repite en cuanto al cine. Sirat de Oliver Axe, una rave que incluso ha sido seleccionada como candidata española a los Oscars; o Los domingos de Alauda Ruiz de Azua, una historia profunda sobre la fe y la familia magníficamente escrita, dirigida e interpretada, son la vanguardia de nuestros días. A nivel internacional, Una batalla tras otra protagonizada por Leonardo Di Caprio, se lleva todos los elogios, pese a que dure el doble de lo necesario, merced a su extraordinaria hora final. Pero las salas sólo se llenan a base de franquicias gastadas con dinosaurios, superhéroes provenientes del cómic, misiones imposibles protagonizadas por sexagenarios y películas procedentes del universo de los videojuegos. Los largometrajes abundan cada vez más en las plataformas de pago, porque el público carece del tiempo necesario para ser fiel cada semana y durante años a una misma historia, y prefiere decantarse por relatos con finales rápidos. Pero el cine, tal y como lo hemos conocido, a finales de esta década será un recuerdo melancólico y sólo en algunas ciudades. La llamada Gran Pantalla se ha llenado de historias pequeñas perdiendo así su principal razón de ser. El desierto por el que viajaba Lawrence de Arabia, no cabe en las pantallas de un móvil, pero por el que lo hace Sergio López sí.

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