El lado oscuro de almería

josé ángel Pérez

El crimen del camping de la Garrofa

Asesinato. El cadáver de una mujer que vivía sola, apareció en su casa con una puñalada en el corazón que resultó ser fatal. Conocidos de la víctima fueron los primeros sospechosos del caso

LA noche del 6 de octubre de 2003 Pilar N. de 36 años de edad murió brutalmente asesinada de una certera puñalada que le atravesó el corazón en el interior de su propia vivienda en un pequeño núcleo de casas junto al camping de La Garrofa ubicado a unos cinco kilómetros de la capital.

El hecho se conoció alrededor de las nueve y media de la mañana del día siguiente por una hermana de la víctima que encontró su cuerpo ensangrentado en el suelo del salón principal a escasamente dos metros de la puerta de acceso a la vivienda.

La mujer vivía sola. El cadáver presentaba además diversos cortes y rasguños en su cuerpo junto a un profundo hematoma en el rostro, posiblemente como consecuencia de otro fuerte golpe. Otros aspectos de cómo se encontró la casa y de la propia victima no llegaron en esos días a trascender a la opinión pública. Al parecer la muchacha pertenecía a una conocida familia de la sociedad almeriense vinculada a la judicatura. Nada mas conocerse el hecho la Policía que acudió de inmediato a la vivienda acordonó toda la zona y la vivienda fue minuciosamente inspeccionada por los agentes de la Policía Científica y del Grupo de Homicidios buscando algún rastro, huellas o indicios para arrancar la investigación. El caso se llevó con un hermetismo total y en el aire se plantearon algunas hipótesis aunque se carecía de un sólido elemento para iniciar las investigaciones preliminares.

La Policía interrogó durante las primeras veinticuatro horas a una decena de personas, vecinos de la fallecida, en su mayoría extranjeros. La inspección ocular dejó patente que la victima y su agresor habían mantenido un violento enfrentamiento y que la mujer fue apuñalada de frente y que el golpe se produjo al darse en la cabeza con el marco de una ventana. Las investigaciones preliminares determinaron que el crimen pudo ocurrir durante las primeras horas de la madrugada según el aspecto y rigor mortis que presentaba ya el cadáver.

Entre las líneas de investigación fijadas por la Policía se hizo especial incidencia en el círculo de personas, amigos o conocidos de la mujer y localizar a quien estuviera con ella en las últimas horas. En ese punto arrancó la investigación que incluso llevó a la Policía a realizar gestiones fuera de la capital en algunas localidades de la provincia hasta que fue cerrando el círculo poco a poco en torno al asesino. La inmediatez con que se le practicó la autopsia al cadáver fue un dato importante que posibilito acelerar el ritmo de la investigaciones. La Policía sabía que el criminal pertenecía a un círculo conocido de la víctima. En la casa se hallaron distintas evidencias que relacionaron la presencia de varias personas en la vivienda la noche en que se produjo el asesinato. La labor policial dio su fruto. El autor del crimen se llevó el coche de la mujer que apareció abandonado en la zona del Polígono Puche donde vivía el supuesto autor.

El 9 de octubre, en la misma capital, los agentes de Homicidios cuarenta y ocho horas mas tarde tenían resuelto el caso. A las diez y media de la mañana fue detenido un joven de 24 años, R.F.G.B. de nacionalidad ecuatoriana como presunto autor del crimen. Las investigaciones posibilitaron conocer la identidad de las otras personas que tenían relación con el caso y que fueron las dos personas que estuvieron junto a la víctima y su agresor horas antes de cometerse el asesinato. Según se supo posteriormente el individuo tenía previsto marcharse de España con destino a Ecuador en los próximos días. El individuo quedó ingresado en el centro penitenciario de Acebuche.

El 6 de febrero de 2008, el Tribunal Supremo condenó a 17 años de prisión al joven ecuatoriano R:F:G.B de 24 años único implicado en este caso.

La sentencia de Sección Primera de la Sala de lo Penal del Alto Tribunal, consideró a este ciudadano ecuatoriano autor de un delito de asesinato por lo que revocaba así el fallo emitido por la Audiencia Provincial, que le impuso una pena de 12 años y medio de prisión por homicidio al entender que no concurría alevosía ya que el ataque se produjo durante una discusión.El TS, sin embargo, resaltó por 'evidente' que el tribunal 'confundió la forma de alevosía a la que tenía que referirse' y obvió que la indefensión de la víctima procedía 'no de un ataque sorpresivo' sino de la enfermedad que padecía y de sus reducidas fuerzas por desnutrición y sus condiciones físicas, con tan sólo 40 kilos de peso y 160 centímetros de altura.El fallo ahondó, además, en que el asesino accedió al domicilio de Pilar N. con su consentimiento al mantener ambos, al menos, una relación amistosa por lo que, según enfatizó, 'no tenía razones para imaginar, incluso en una discusión, que R.F.G.B. llegaría a agredirla en la forma, cercana al ensañamiento, en la que lo hizo, por un motivo tan insignificante como su pretensión de que autorizara el uso de su vehículo'.

La sentencia revocada por el Tribunal Supremo declaró que ha lugar al recurso de casación interpuesto por acusación particular, ejercida por la madre y seis hermanos de la víctima, y Fiscalía pese a que ésta última solicitó que se aplicase la agravante de abuso de autoridad a la calificación de homicidio de los hechos.

Mantuvo, no obstante, la pena de multa de diez meses a razón de 12 euros al día por un delito de robo de uso de vehículo y la indemnización de 110.000 euros para la familia de la fallecida.Pilar N. se encontraba en el interior de su vivienda en la noche del 3 de octubre de 2003 junto a su asesino y dos hombres más, que se marcharon poco después de llegar al domicilio. Fue entonces cuando R.F.G.B. pidió su coche a la mujer para regresar a la capital desde 'La Garrofa' y se inició una violenta discusión entre ambos, en la que mediaron otros motivos no esclarecidos.El condenado comenzó a golpear brutalmente a la víctima en cuerpo, cabeza y especialmente en el rostro, además de en el cuello, brazos, piernas y tronco, y, a continuación, le asestó una puñalada por la espalda con una navaja de hoja de nueve centímetros de longitud y dos de anchura.

Según el informe forense, Pilar. N. murió a consecuencia de la herida de 2,5 centímetros en el lóbulo inferior izquierdo del pulmón, que derivó en un hemoneumotórax que le causó, casi de manera inmediata, el fallecimiento. R.F.G.B., detenido en octubre de 2003, registró después el cuerpo sin vida de la victima y, tras conseguir las llaves del vehículo, lo condujo hasta la capital para después abandonarlo en el barrio de El Quemadero, donde fue encontrado por la Policía Nacional dos días después de los hechos.

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