CRISPR no espera a Bruselas

30 de octubre 2025 - 03:09

Vivimos en el umbral de una transformación tecnológica que está redefiniendo nuestra concepción del mundo actual. Estamos a punto de subir de nivel, con un salto en la mejora de la salud, esperanza de vida, agricultura y propiedades nutricionales de los alimentos. En este nuevo escenario las nuevas tecnologías genómicas, entre las que destaca el CRISPR, son protagonistas.

Esta tecnología permite una edición genética dirigida, segura y muy precisa, con un extraordinario potencial tanto en nuevos tratamientos médicos como en el desarrollo de variedades vegetales. Pensemos en cultivos con mejores propiedades nutricionales, más adaptados a condiciones ambientales adversas como la sequía, o resistentes a plagas y enfermedades. A diferencia de los antiguos transgénicos, con CRISPR a menudo no se trata de introducir material genético exógeno, sino de realizar ajustes de precisión sobre el genoma existente.

Aquí nos encontramos con otra paradoja europea. Afortunadamente, en el ámbito de la salud avanzamos. Desde el año pasado ya existen terapias médicas basadas en CRISPR aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento. El problema hoy día es su elevado coste, barrera que la propia evolución tecnológica seguro reducirá. Sin embargo, en el campo de la agricultura, Europa va mucho más lenta legislando que otras partes del mundo. Seguimos anclados en una normativa muy restrictiva de 2001, diseñada para una tecnología de hace un cuarto de siglo.

CRISPR permite obtener variedades indistinguibles de otras obtenidas por mejora genética clásica (por ejemplo, cruces selectivos). Son variedades científicamente equivalentes, sin embargo, la normativa europea les impone unas restricciones extraordinarias. Esto nos lleva a una situación kafkiana, ya que pronto no podremos distinguir si un producto importado de otro país se ha mejorado mediante esta técnica, pero a nuestros agricultores se les veta su uso.

La ironía es que esta revolución científica tiene sello español. El profesor Mojica de la Universidad de Alicante descubrió la técnica, y su desarrollo posterior llevó a Charpentier y Doudna a obtener el Premio Nobel en 2020.

Es necesario y urgente reducir los tiempos regulatorios en Europa, actualizando el marco legal para que se base en la evidencia científica y no en el miedo. Siempre garantizando la seguridad de los productos. La ciencia, como el futuro, no espera.

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