Cuestión de huevos

Hacer las cosas por uebos es bastante distinto a hacerlas por huevos, palabras homófonas aparte. En el primer caso, interviene la necesidad para justificar las acciones, y en el segundo, empuja la testosterona como impulso de la voluntad. Hacer las cosas por huevos tiene que ver, entonces, con la denominación algo vulgar de las glándulas testiculares de los varones -acaso una precisión innecesaria-, cuyo parecido a los huevos de las gallinas ponedoras es apreciable. Y estas domésticas aves de corral, emparentadas con las más silvestres y migratorias, están de alas caídas ante la gripe aviar y los sacrificios preventivos, de los que acaso puedan librarse con un impuesto confinamiento gallináceo. Lo huevos, en materia culinaria, son, por otra parte, materia o ingrediente principal de platos suculentos, que no faltan en las domésticas mesas hogareñas ni tampoco en los exquisitos comederos de postín. Tampoco faltan, por ello, en las estanterías de los mercados, pues son producto de consumo cotidiano y, salvo griposos contratiempos, asequibles, sin muchos estropicios al bolsillo. Así las cosas, las noticias sobre esta catástrofe gallinácea, que afecta a miles de granjas y disminuye grandemente la producción de huevos, no provocan reacciones preocupantes, si bien el precio de la docena de huevos aumenta no poco. Mas, sin necesidad de recurrir a pronósticos infaustos o a futuristas distopías que alteren la vida de los mortales, la crisis de los huevos acaso valga para mostrar la vulnerabilidad que afecta a cuanto parece protegido o preservado por la incontrovertible razón de lo cotidiano y ordinario. Algo tan habitual, tan consabido, y tan importante, como que las gallinas pongan huevos. Sobre todo, porque la impresión en 3D -la cuarta dimensión todavía es difícil de materializar- no da, de momento, para contar con impresoras que pongan huevos comestibles, alimentadas de pienso eléctrico. Las vacas, algo asimiladas a las gallinas por su estabulación para la producción de leche, también se les ven con episodios de desvaríos en sus comportamientos y reacciones. Y los cerdos no solo dan peste, sino que la sufren, como enfermedad, en sus porcinas carnes. Pero en el caso de las gallinas sus huevos forman parte característica de las provisiones del frigorífico, con huevera donde colocarlos y tenerlos a mano. Aunque, también se dice, haya que tener huevos para aprovisionar el valor o las decisiones.