Utopías posibles

Luis Ibáñez Luque

Destruir no puede ser tan fácil

26 de diciembre 2025 - 03:06

María Corina Machado, reciente premio Nobel de la paz, ha afirmado públicamente que invadir militarmente Venezuela sería «un acto de amor», bombas incluidas. Ayuso concedió la medalla de honor de la comunidad a Israel, justo en el momento de máxima masacre en Gaza. Chicos y chicas jóvenes defienden la vuelta al franquismo, el mismo régimen que género hambre, terror y muerte entre sus abuelos. Da igual cuánto se suba el salario mínimo o aumenten las pensiones, lo importante es lo que dicen en mi televisión, mi «influencer» o mi medio favorito: el gobierno no es legítimo, es comunista y dictatorial.

Ha dejado de sorprendernos que vivamos en el mundo al revés. Cada cual con «su verdad» en una suerte de nuevo coliseo (los medios de comunicación y redes sociales) matándose hasta no quedar nada, sin ser conscientes de los intereses que hay detrás.

El mundo educativo no es ajeno a esto. En los últimos días, los ataques se están centrando en el proyecto Comunidades de Aprendizaje (CdA), a partir de una serie de denuncias anónimas dirigidas hacia su fundador, Ramón Flecha y su grupo impulsor, CREA. Estas denuncias son tan injustas como lo es para Venezuela que les invadan, a Gaza que les bombardeen o que se desee la vuelta a la dictadura.

Al margen de denuncias, hay más de 300 escuelas en España, de todos los niveles, que venimos mejorando desde hace muchos años. Mejorando los aprendizajes, los resultados académicos, reduciendo el absentismo y el abandono, mejorando la convivencia… y exigimos un RESPETO. Respeto a nuestros niños y niñas, a nuestros claustros de profesores, a nuestros equipos directivos, a las familias y organizaciones que han dado (y van a seguir dando) lo mejor de sí mismas para seguir avanzando. Tenemos toneladas de datos y testimonios que mostrar, y desde esta humilde columna invito a todas las personas a que me demuestren qué otro proyecto educativo obtiene iguales o mejores resultados.

Atacar CdA es, además, atacar las bases mismas de la pedagogía: ¿se puede ir en contra de la apertura de los centros a las familias y la sociedad? ¿se puede ir en contra de la inclusión? ¿se puede ir en contra de la mejora de resultados? ¿se puede defender que los chicos y chicas no tengan acceso al máximo nivel de conocimiento científico, matemático o literario? Quienes atacan las CdA tienen que ser conscientes de que están respondiendo afirmativamente a las preguntas anteriores. De ningún modo vamos a permitir que les resulte tan fácil destruir.

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