Utopías Posibles

Luis Ibáñez Luque

La doctrina relativista

23 de mayo 2025 - 03:08

Una de las ideas más importantes y constructivas de nuestro tiempo es aquella de que hay que respetar todas las culturas. De todas se puede aprender. Cuanto más diversos somos, más riqueza de saberes, aprendizajes, contenidos, más y mejor sabremos desenvolvernos por el mundo.

Sin embargo, las culturas, como todo en la vida, tienen un límite. Todas las culturas son respetables, pero todo lo que hacen las culturas no lo es. Hay aspectos que han de ser considerados objetivamente susceptibles de cambio, mejora o eliminación. Y aquí ya algunas personas empiezan a colapsar: «¿qué significa eso? ¿cómo determinamos la objetividad? Eso es una falacia, la objetividad no existe». Para separar la paja del trigo, tenemos dos grandes referentes: los derechos humanos y la ciencia. Los primeros nos ofrecen un marco ético sobre el que actuar. Cualquier cosa que atente contra la vida, la integridad de las personas, su derecho a expresarse, a elegir su propio camino… ha de ser cuestionada, por mucho que encaje en la cultura que lo hace. Por poner algunos ejemplos, dentro de esta categoría se incluirían comportamientos que son muy claramente denunciables para occidente, como la ablación del clítoris o el matrimonio de niñas menores de edad… y otras que nos cuesta más evidenciar, o que occidente justifica: el bombardeo de poblaciones o el desprecio a la cultura gitana, por nombrar solo dos cosas. Y es que la cultura es como el agua de la pecera: el pez no es consciente de su existencia, porque no puede salir de ella y estuvo ahí desde siempre. En cuanto a la ciencia, si cuestionamos cada avance, cada descubrimiento, si consideramos que nuestra religión, nuestra opción personal o nuestra cultura está en contra de lo que diga la ciencia, nos estaremos negando a nosotros mismos, a nuestras familias y las personas que nos rodean lo mejor que la humanidad ha conseguido construir: medicina, educación, servicios, transportes, tecnología, recursos…

Si alguna de las afirmaciones anteriores te parecen cuestionables, te parece adoctrinamiento, o que restringe de algún modo la libertad, entonces quizá seas tú, querido lector, querida lectora, quien siga (puede que sin saberlo) la peor de las doctrinas: la relativista. Todo vale. Por tanto, nada vale. La doctrina de la imposibilidad de construir, del nihilismo y la destrucción del ser humano. La que domina el mundo, desde hace décadas.

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