Ahora el Minotauro de Moncloa es más peligroso que nunca. No tiene el poder absoluto, pero actúa como si fuera Castro, Cristina Kirchner o Chávez. Tiene su propia versión de la famosa máxima de Perón “A los amigos todo. A los enemigos ni justicia”. Tomen nota sus valedores, secuaces y palanganeros. Ha convocado las elecciones generales saltándose a la torera la Constitución. Título V. De las relaciones entre el Gobierno y las Cortes Generales. Artículo 115. Paralelamente aprobaba el gasto de 440 millones para publicidad. Su pasión por dominarnos no tiene límites. Se afana en echar sal a la tierra, además de volar las presas que facilitan el agua para la agricultura y la ganadería. También vierte veneno sectario en las plazas de España. El miércoles 31 de mayo reunió en el Congreso a su grupo parlamentario. Escenificaron una siniestra oda aplaudidora al líder incontestable. Y su discurso. Un espectáculo infame al más puro estilo estalinista o norcoreano. Si los españoles no votamos lo que quiere lo hacemos mal. De modo que recurre al victimismo y la propaganda. No se cansa de infravalorarnos. El Minotauro es ajeno a su tesis doctoral. Comete el arrogante error de creer que los españoles no tenemos interés por estudiar y pensar. Tampoco respeto por nuestra secular Nación y su milenaria historia. Que no sabemos diferenciar entre pensamiento y cultura políticas e ideología. Por eso su maniqueísmo extremo. Extremo maniqueísmo de derecha/mala-izquierda/buena. Aplausos sumisos. Un querido amigo me recordó que Aleksandr Solzhenitsyn (Kislovodsk, 1918-Moscú, Rusia, 2008) recoge un episodio sobre aplausos en Archipiélago Gulag (1973, Francia) Obra imprescindible para comprender los alcances del totalitarismo comunista soviético. Leningrado, en una fábrica de papel: “Al final de la conferencia se adoptó una resolución de fidelidad al camarada Stalin...En la pequeña sala estallaron los aplausos torrenciales...cinco minutos y seguían...En la sala estaban y aplaudían los de la NKV y observaban para comprobar quien sería el primero en abandonar...Y el director de la fábrica de papel, en el minuto once, puso cara de diligente y retornó a su silla de la presidencia. ¡Y se produjo el milagro...Estaban salvados! De esta forma se conoce a los hombres independientes. Y de esta forma los cazan. Aquella misma noche, el director de la fábrica fue arrestado”.
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