Espejismos

04 de diciembre 2025 - 03:07

Un espejismo es una ilusión óptica debido a la reflexión total de la luz cuando atraviesa capas de aire de densidad distinta lo cual hace que los objetos lejanos den una imagen más cercana e invertida (RAE) También es un concepto o imagen sin verdadera realidad. En España estamos sumidos en el laberintico espejismo erigido por un Minotauro aupado al poder para disolver España entre muros de cainismo, miseria ética, económica e histórica. Dividir, vencer y someter. Desaparecer. Este disparate contribuye a dañar la cultura occidental, la organización de la Unión Europea, y la comunidad Hispanoamericana e Iberoamericana. Nikos Kazantzakis es unos de los grandes pensadores que nos regaló el tortuoso siglo XX. Escritor y periodista griego cretense que conocía España muy bien. Llegó a nuestro país en busca de su paisano el gran pintor Doménico Theotokópoulos, El Greco. Atravesando los mares del tiempo se encontraron en Toledo por primera vez a finales del verano de 1926. Dicho encuentro fue posible gracias a Carmen de Burgos y su valiente, decidida y ejemplar labor desde 1907 para proteger del espolio el patrimonio español, empezando por la obra del Greco. Imprescindible leer Los anticuarios, obra publicada en 1921. Colombine y Kazantzakis no se encontraron personalmente, no obstante les une El Greco y su afán por mostrar la realidad que les tocó vivir. Pensar, buscar como mejorarla, y nunca engañarse sobre la naturaleza humana. Por eso su vidas y literatura trascienden y se renuevan constantemente. Kazantzakis escribió: “Si no podemos cambiar la realidad, cambiemos los ojos con que vemos la realidad”. ¿Cómo es posible que los españoles nos estemos dejando engrilletar, ningunear y robar por una reducida reata de malvados? La sociedad española tiene que curarse del mal cainita que nos está embruteciendo y arruinando. Nuestros problemas tienen solución si nos dejamos de envidias, farsas históricas y propagandas. La libertad es trabajo no relajo. El autor de Zorba el griego (1946) nos invita a pensar: “No somos gente sencilla que cree en la felicidad, ni alfeñiques que caen a tierra desolados ante el primer revés, ni escépticos que observan el esfuerzo sangriento de la marcha de la humanidad desde las alturas de una inteligencia burlesca y estéril. Creyendo en la lucha, aunque sin abrigar ninguna ilusión al respecto, estamos armados contra toda desilusión”.

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