Un relato woke de la extrema izquierda
Fabricar agua en el desierto
El agua ha sido siempre el protagonista y el talón de Aquiles del modelo agrícola de Almería. En el rincón más árido de Europa, cada gota ha sido una batalla. Durante décadas, la ausencia de un Plan Hidrológico Nacional castigó al sureste español, obligándonos a reinventarnos. Ante la imposibilidad de depender de trasvases o de unas lluvias erráticas, se apostó por los recursos hídricos no convencionales. El protagonismo absoluto se lo lleva el agua desalada, complementada, en menor medida, por el agua regenerada procedente de la depuración.
La desalación ha supuesto una revolución doble. Por un lado, ofrece fiabilidad ya que no está sometida a variabilidad climática. No depende de si los embalses están llenos o de si es un año seco. Por otro lado, proporciona un agua de calidad, con una salinidad mínima, casi un lienzo en blanco para el agricultor.
El debate sobre la desalación suele centrarse en su elevado coste energético, que repercute directamente en el precio del agua. Se obvian sus beneficios agronómicos y su impacto a largo plazo en la recuperación de los acuíferos. Al reducir la extracción de agua subterránea permitimos que la salud de los acuíferos se recupere.
Paradójicamente, el uso de agua desalada reduce la huella hídrica del cultivo. El agricultor necesita menos cantidad de agua para empujar las sales fuera de la zona de las raíces. La planta, liberada del estrés osmótico que le provocaba la salinidad, dedica toda su energía a producir, lo que se traduce directamente en un aumento notable de la producción.
La necesidad se ha transformado en virtud. Ha emergido una potente industria auxiliar de la agricultura, con empresas como la almeriense IKOS, que están liderando la transformación digital del campo. Mediante la digitalización, ofrecen al agricultor información en tiempo real para decidir no sólo cuánto regar, sino cuándo y cómo hacerlo, reduciendo la huella hídrica a la mínima expresión. Afortunadamente, este desarrollo tecnológico se apoya en una base de conocimiento sólida. En Almería contamos con expertos, como el profesor Juan Reca, referente global en ingeniería hidráulica y riegos.
En definitiva, el agua sigue siendo nuestro talón de Aquiles, pero hemos pasado de esperar la lluvia a diseñar un ecosistema de alta tecnología, donde la desalación, la digitalización y el conocimiento nos sitúan en la vanguardia mundial de la gestión hídrica.
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