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Es indignante que cuanto más defendamos lo bueno, lo bello, lo verdadero, más se nos ataque. Si estos ataques se dirigen al centro de investigación más importante de España en el ámbito de las ciencias sociales (CREA) y uno de sus principales referentes, Ramón Flecha, no es una cuestión baladí. Por situar el tema para personas que lo desconozcan, baste decir que son impulsores de la red de comunidades de aprendizaje, cientos de centros que obtienen unos resultados excelentes, tanto en lo académico como en cuanto a convivencia, basándose en la inclusión y la participación de la comunidad. Pocos colectivos universitarios en España pueden incluir en su trayectoria la transformación directa de las escuelas, más allá de «vendehumos» interesados, teóricos y todo tipo de inutilidades. Lo sucedido tiene todos los ingredientes de una conspiración: abuso de poder, traiciones, amenazas, connivencia de los medios de comunicación… bajo la premisa del «difama, que algo queda». El tema se vuelve aún más indignante cuando de fondo están personas que en su día fueron defendidas por el propio CREA frente a los abusos que se cometían contra ellas. Personas que hablan de que los chicos y chicas tienen que denunciar al abusón y posicionarnos frente a su conducta, pero que incurren en abuso de poder, inventando difamaciones cuando se sienten atacadas. Personas que han salido adelante en gran medida por el apoyo de CREA cuando fueron víctimas de acoso sexual, pero ahora no toleran que se denuncie otros casos, amenazando con hacer exactamente lo que han hecho, salir a los medios. Medios que solo escuchan lo que quieren, lo que vende: el fango, la inmundicia humana, sin dar voz a todas las personas que tienen algo que aportar, que son muchas. El desgaste personal y el evidente daño a un grupo de personas que llevan años trabajando por mejorar nuestra sociedad ya son suficientemente graves, pero aún más grave resulta (si cabe) que por extensión se pueda poner en entredicho la transformación de las escuelas, la mejora más que evidente y demostrada en la vida de estos chicos y chicas (y sus familias y su contexto sociocultural), sus aprendizajes, su futuro, la posibilidad de construir sus sueños, la manera en que aprenden a relacionarse y no aceptar argumentos de poder ni abusos… No podemos permanecer de brazos cruzados. No puede resultarnos tan difícil construir y tan fácil destruir.
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