Medio siglo
Equipo Alfredo
Público y privado: el cuarto oxímoron
El titular lo copiamos del artículo de ayer de Rafael Espino sobre el Informe del Observatorio Municipal de la Vivienda. Con su permiso vamos a copiar cachos literales. El Informe dice que el 57 % de las plazas turísticas de la capital son en VUT (viviendas de uso turístico). Dice que el crecimiento de VUT en Almería ha sido “espectacular”: se han triplicado desde 2020, un incremento cuatro veces superior a la media nacional. “Y podría duplicarse de aquí a 2030, acercándose a las 4.000”.
Esto no se va a parar; en las declaraciones que Rafa recoge de la edil de Urbanismo, Eloísa Cabrera, ésta dice que “en Almería no podemos hablar de problemas de la vivienda turística, al contrario, el sector es una oportunidad para la revitalización del casco histórico al ocupar edificios y viviendas vacías”. De momento, en esta zona ya hay 404, casi un tercio del total de la capital. “En el casco histórico no se está yendo la gente por el turismo (…) sino por fallecimiento o porque se van a otras zonas de la ciudad”. ¡La Virgen del Carmen!
O sea, que hasta que no tengamos el problemón que ya tienen bastantes ciudades no hay que preocuparse. Por otra parte, la explicación de por qué se van los vecinos es esplendorosa: que se van por gusto (salvo los fallecidos, claro), porque a la gente parece ser que nos gusta más irnos a vivir a La Juaida o a Huércal que quedarnos en el Paseo, en la plaza Careaga o en la calle Granada. Que, dicho sea por no señalar a otras personas, es donde vivimos nosotros. Porque nos gusta. Pero cada día nos cierran tiendas (servicios útiles cotidianos) y cada día hay más molestias inaguantables. Habla la concejala de “revitalización”, pero el único sector claramente beneficiado es el de bares y restaurantes. Ni los hoteles, ni las tiendas, ni los servicios en general tienen nada que ganar con habitantes de cinco o diez días.
Y mientras, según el Barómetro de la Vivienda, elaborado por el Consejo General de Arquitectura Técnica de España, presentado en el Senado el jueves pasado, el 52 % de las personas entre 18 y 29 años han sentido estrés o ansiedad a la hora de buscar piso y un 29 % tiene miedo a perder su vivienda actual. O sea, que para que unos cuantos fondos buitre y unos ciento setenta mil rentistas obtengan beneficios muy por encima de lo normal, los vecinos tienen que abandonar los centros y barrios clásicos, y tres millones y medio de jóvenes tienen que joderse, vivir de mala manera y sufrir depresiones.
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