Cambio de sentido
Carmen Camacho
Te quiero
Algo tendremos que hacer los hermanos y devotos para agradecerle a Pedro Manzano tanto como nos ha restituido. No solo la Junta de Gobierno, sino los 18.000 hermanos y los cientos de miles de devotos; porque cuanto a Ella se refiere desborda a la Hermandad y a quienes la gobiernan. Como también lo que nos ha sido restituido desborda a la palabra tanto, que indica que la cantidad, magnitud o intensidad de lo designado es semejante a otra mencionada. Porque no hay semejanza posible entre Ella y nada con lo que pueda compararse. Lo que nos ha sido restituido es un todo, un absoluto, una razón para vivir y para esperar, una luz, un aliento, una irrupción de la eternidad en el tiempo. Hechas visibles en un rostro milagroso.
Nadie piense que es el hábito, la costumbre o el cariño lo que nos hace verlo en Ella. Es algo propio suyo y solo suyo. Porque Ella no representa a la esperanza, la muestra y la hace visible a través de la materia esculpida, modelada y encarnada. Nadie piense tampoco que le damos exagerada importancia a la materialidad de una imagen. Es materia, por supuesto, como por desgracia demuestran los daños que sufrió y Pedro Manzano ha restaurado. Pero permítaseme recordar lo que San Juan Damasceno escribió: “Yo no venero la materia, sino al Creador de la materia que se ha hecho materia a causa mía; aceptó habitar en la materia y con la materia ha obrado mi salvación... Yo honro y trato con veneración también a toda la otra materia a través de la cual me ha venido la salvación, ya que está llena de potencia de gracia. ¿O no es acaso materia la madera de la cruz? ¿No es materia el santísimo libro de los evangelios? ¿No es materia la mesa vivificante que nos prepara el pan de la vida?... ¿Y antes de estas cosas, no son materia el cuerpo y la sangre del Señor? Entonces, elimina del culto y la veneración todas estas cosas o concede a la tradición de la Iglesia también la veneración de las imágenes”.
Algo tendremos que hacer los hermanos y los devotos, sí, para dar las gracias a Pedro Manzano por restituirnos a la Esperanza. Y con él a José Luis Gómez Villa, jefe del Centro de Intervención del IAPH. Ambos serenaron el borrascoso y dolido cabildo general extraordinario del 29 de julio, generando una confianza que no solo no ha sido defraudada: ha sido superada.
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