Guardia Civil catalana

31 de mayo 2025 - 03:08

Ayer hubo una noticia que apareció en todos los medios escritos, digitales, agencias y redes que, sin embargo, no ha ocupado las primeras páginas en ninguno de ellos. Si fuéramos directores o propietarios de algún medio de comunicación, habríamos abierto el viernes con la noticia: El Consejo Comarcal de la Cerdanya (Girona) ha aprobado la continuidad de la Guardia Civil en la comarca”. La cosa tiene perendengues, ya que los once ayuntamientos que integran la misma están compuestos por concejales independentistas y el pleno del susodicho Consejo está formado por nueve miembros de Junts, siete de ERC, uno no adscrito, otro de Fem Llivia y otro de Futur per Puigçerdá (escisión de los posconvergntes). No sabemos si le habrán pedido permiso a Puchi y a Junqueras pero, repetimos, ha salido aprobada la moción por dieciocho votos a favor y una abstención. No nos consta que, a cambio, hayan pedido que la guardia civil cambie el tricornio por la barretina.

Esto sugiere análisis detallados y sustanciosos. Para empezar, una de las consecuencias más evidentes es la repercusión que puede tener entre las progresías de la Unión Europea. A ver cómo se compagina esto con las denuncias que se presentaron en los tribunales europeos sobre las actuaciones “represoras y antidemocráticas del Estado español y sus fuerzas de seguridad”. Otro tema de tertulias y sesudos análisis es especular sobre la respuesta que tendrá entre los mossos esta competencia de policías estatales en su territorio.

Amén de la contradicción con el discurso habitual de las derechas españolistas, que llevan años sosteniendo que España se rompe, que han echado de Cataluña a las instituciones centrales…todo ello debido a que al Gobierno actual lo tienen los indepes agarrado por los genitales. Aunque, por lo que se va viendo, lo que parece es que Salvador Illa está cada vez mejor asentado. Y las encuestas siguen dando cada vez menos partidarios de la independencia. En resumen, como cabía esperar, es que quienes salen ganado de estas “normalizaciones” de la vida ciudadana son los hoteleros, las agencias de viajes, los bares, los restaurantes, los parques temáticos y otras visitas de moda, como el toledano Puy du Fou (en español, Monte del Loco). O sea, los de siempre.

Puede que también esto anime a Pedro Sánchez a pedir que el aranés sea idioma cooficial en España, en Europa y en la ONU. El bable, el panocho y el castúo tendrán que esperar algo más.

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