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No hablaba ayer del Holocausto para atenuar la culpa, por comparación, de Netanyahu, su gobierno y su cúpula militar en los crímenes de lesa humanidad (“ataque deliberado y a gran escala contra la población civil”) que se están cometiendo en Gaza. Fue Dolores Delgado quien estableció la comparación, al decir: “Imagínese que en el caso del Holocausto hubiéramos tenido esa información en tiempo real. Ahora lo tenemos en presente”. Por eso, además de advertir del “error” de comparar Gaza con el Holocausto, recordé que el mundo conoció “en tiempo real” el antisemitismo alemán como programa de gobierno desde 1933, las leyes raciales desde 1935 y el inicio del asesinato de judíos desde 1938. Y que los aliados tuvieron información del Holocausto “en tiempo real” desde 1941 y 1942. Ignorándolo. Incluso ocultando las imágenes tras la guerra. Dado que algún lector ha manifestado su extrañeza, paso a explicarlo.
Cuando en 1945 el cineasta Sidney Bernstein montó, ayudado por su amigo Alfred Hitchcock (que se retiró durante una semana del trabajo no pudiendo soportar la dureza de las imágenes), un documental con los materiales de los cámaras que filmaron los campos de exterminio tras su liberación, el gobierno británico decidió que no se proyectara porque desataría tal ola de odio contra Alemania que haría difícil, sino imposible, su reconstrucción por los aliados, EEUU sobre todo, en una situación de creciente tensión con la URSS que llevaría, tres años más tarde, a la partición de Alemania entre la RFA y la RDA. Las latas se guardaron en el Museo Imperial de la Guerra. En 1985 se difundió una parte del material, pero hasta 2014 no se restauró y proyectó el original.
Las primeras imágenes del Holocausto no se vieron hasta 1955, en Noche y niebla de Alain Resnais. El Gobierno Federal de Alemania exigió que se retirara de la competición oficial de Cannes aduciendo que contradecía los estatutos del festival al ofender el sentimiento nacional y dificultar la convivencia pacífica entre estados. Y el ministerio de Defensa francés exigió que se censurara una imagen en la que se veía a un gendarme francés vigilando el campo de Pithivers, donde miles de judíos franceses fueron internados por las autoridades francesas para su traslado a Auschwitz. Los dos tenían vergüenzas que ocultar.
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