Libertad Quijotesca
Irene Gálvez
La estela de Horemheb
Ayer fue Pentecostés, Domingo de Pentecostés, culminación de la Pascua, Día del Apostolado Seglar. Representado en la piedad popular de máximo calado con la multitud de fieles, devotos y cofrades de las Hermandades del Rocío, que han peregrinado desde diversos sitios de España y fuera de ella, también desde Almería, a la aldea de Almonte, Huelva, a reencontrarnos y rendir veneración a la "Blanca Paloma", la Virgen del Rocío, al llegar la Pascua a su plenitud.
Después de cincuenta días celebrando la Resurrección del Hijo de Dios, la Iglesia Católica celebra la venida del Espíritu Santo, el don prometido por Jesús de Nazaret a sus Apóstoles y a Su Madre, a toda la comunidad de creyentes, siendo el momento de la constitución de la Iglesia con el bautismo en el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia y motor de la vida cristiana. Pentecostés implementa la verdad plena de la Resurrección de Cristo, penetrando de lleno en la razón, el corazón y el alma transformándonos en personas pascuales, es decir, creyentes y testigos de la resurrección de Cristo, capacitándonos cada año en comunión eclesial en una fuerza transformadora desde el interior de nuestro corazón, impregnarnos, especialmente, de amor y sabiduría en nuestras comunidades parroquiales y asociaciones pías, hermandades y cofradías.
El mes de mayo ha finalizado con el nombramiento diocesano por parte del Obispo Antonio Gómez Cantero de ocho santuarios en la provincia de Almería, cuya decisión episcopal va a potenciar la función evangelizadora, promover la renovación pastoral de la piedad popular, ofrecer a los peregrinos una asistencia espiritual y eclesial adecuada, y cuidar la dimensión cultural y artística de estos lugares de piedad y devoción.
Aunque, considero, salvo superior criterio, que la Iglesia parroquial Nuestra Señora del Rosario, Patrona Coronada y Alcaldesa Perpetua de Roquetas de Mar, debería de haber estado en este grupo de templos marianos escogidos por Monseñor Gómez Cantero como Santuarios.
Abrámonos a la esperanza de Pentecostés que nos dará alas. Recemos juntos por la esperanza y celebrémosla en presencia de Cristo resucitado como Dios de la vida y con María, Madre de la esperanza.
Paz y Bien.
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