Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
La sabana arranca del pie de la cordillera andina, se extiende anchurosa, en silencio acompaña el curso pausado de los grandes ríos solitarios que se deslizan hacia el Orinoco, salta al otro lado de éste y en tristes planicies sembradas de rocas errátiles languidece y se entrega a la selva. Pero quien dice la sabana, dice el caballo y la copla. La copla errante. Todos los caminos la oyeron pasar. ¡Y mire que hay caminos en el llano! Desde el llano adentro vengo tramoliando este cantar. Cantaclaro me han llamado. ¿Quién se atreve a replicar?”. Así comienza Cantaclaro, novela de Rómulo Gallegos publicada en 1934. En Venezuela un cantaclaro es un coplero que improvisa al pie del arpa llanera. Florentino Coronado, también conocido como Cantaclaro Quitapesares, es su protagonista. A partir de su historia, la novela se adentra y nos habla de la sociedad venezolana de los Llanos, de la dureza del trabajo de sus habitantes, las costumbres y leyendas. Escuchamos las palabras que caracterizan su lenguaje. Con el tesón de Cantaclaro Quitapesares, María Corina Machado Parisca (Caracas, 7 de octubre de 1967) no ha perdido la esperanza para que Venezuela se libere del mal totalitario comunista castrochavista. Como no la han perdido millones de venezolanos. El espíritu de Marisela Barquero y Santos Luzardo (Doña Barbara, Rómulo Gallegos, 1929) no ha sido doblegado. Con los pies bien puestos en la tierra donde nació, y en la sede de la soberanía del pueblo venezolano, María Corina le dijo a Hugo Chaves lo que nadie se atrevía. Que expropiar es robar. y que después de soportar ocho horas de palabrería del dictador y sus corifeos, las madres no encontraban leche para sus hijos. Que estaban hablando de una Venezuela que no existía, porque la realidad era la devastación, el narco y el expolio de la Nación. Miseria moral y material. Lo mismo le ha continuado diciendo a Nicolas Maduro y sus compinches estén donde estén. Esperemos que la concesión del Nobel de la Paz sea el impulso definitivo para que Venezuela supere con bien este tormento de violencia, persecución y hambre. En la carta que ha publicado dice “Con profunda gratitud, acepto el honor de recibir el Premio Nobel de la Paz, que me confiere el Comité Noruego del Nobel, y que recibo en nombre del pueblo de Venezuela, que ha luchado por su libertad con admirable coraje, dignidad, inteligencia y amor”.
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