La medida exacta

24 de diciembre 2025 - 03:07

Todo empezó en La Quintería. La siguiente copa me la puso Mica, en el Fun House. Después nos fuimos a comer con la lluvia que me molesta en la amarilla Almería y que me seduce en el gris Madrid. Y son Camilo, Adolfo, Concha y Sofía los que me arrastran a ése sitio al que siempre he querido ir y que no sé dónde está, ni cual es, ni ellos tampoco lo saben. Camilo de Ory, Adolfo (de Cánovas, Adolfo, Rodrigo y Guzmán), Concha Moya, la escritora y Sofía Monreal, la actriz. Madrid es solo un escenario temporal que todos ellos han construido este fin de semana sólo para que yo escriba este artículo. Últimamente viajo mucho al cielo, que sólo es la tierra anticipada en una fantasía que se queda en la mitad, tan perfecta que el infierno-vigilia, con sus breves aguaceros, apenas ya dura nada. Ya no es el torbellino interminable que aboca en el despertar mundano, es una sincronía que de haber más pensaría que realmente estoy ya ahora en el cielo-sueño. Como vinieron también Azucena, Carlos y Mar y nadie me dijo ya que era un raro, ya dudo sobre la realidad de mi entorno, que por fin las fotos de grupo, selfies hechos por camareros cool, me devuelven a la antifotogenia real donde ya no me veo como me veía. Yo no era así en mi mente, era todo luminoso y brillante, como los demás en sus fotos-vidas y su cielo-infierno y su sueño- vigilia. Sí, cuando me presentaron a Luis, ex guitarra de Los Ronaldos, apenas recuerdo ya nada, en la barahúnda de aquel pub apenas a las dos de la tarde. De la antifonía oscura de Camilo, el viernes noche en el Hipócritas, con su coro de adoradores nocturnos, con su caos pequeño pesado con exactitud en la balanza de la noche, al mesurado dislate del vermut del sábado, con Adolfo, Concha, Azucena y Carlos, y Marta, mi pareja, que emerge soberbia en el Madrid sublime, al frío y cálido domingo al que nos lleva el taxista Daniel para ver, somera y mediocremente a Pollock en el vulgar Thyssen y luego llegar apresurados pero firmes al restaurante del intenso rojo Reina Sofía, donde nos espera Sofía, Sofía Monreal, la actriz, encantadora y precisa, midiendo cada partícula de cada gesto con su correspondiente porcentaje de estilo y naturalidad, como si después de tantos años, al fin dijese al fin, tantas veces lo intenté y tantas veces no lo conseguí. Y por fin hizo ella, Sofía, la foto que tenía en mi mente. Dame calor de lumbre de mi flor de cobre.

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