Paisaje urbano
Eduardo Osborne
La senda de Extremadura
En la misa del Gallo, se celebra en varias iglesias de España la ceremonia llamada “El Canto de la Sibila”, en el que se recita la profecía de la Sibila de Eritrea sobre el advenimiento del Salvador del Mundo y el fin de los tiempos. Procede este canto de una tradición medieval, muy extendida por la península ibérica y Francia, suspendida tras el Concilio de Trento, y retomada en Mallorca en 1692, aunque se mantuvo en Toledo hasta el siglo XVIII. Fue retomada en Valencia en 2012.
Eusebio de Cesarea (260- 339) fue quien dejó escrita la profecía de esta Sibila, sobre la venida de Cristo en su “Oratio Constantini ad Sanctorum Coetum”. San Agustín (354-430) la incluyó en su libro “De civitate Dei”, de acuerdo a la interpretación de los quince libros de los oráculos sibilinos, comenzando esta profecía con la expresión “Iudicii signum”, nombre que se le empezó a dar.
Lactancio en “Divinae Institutiones” interpretó la profecía de la sibila de Eritrea junto con los versos de Virgilio, que en sus Bucólicas integró la profecía de la sibila Cumana.
Fue el obispo de Cartago Quodvuldeus quien en 439 incorpora esta profecía, y la de otras sibilas, asimilándolas con los Profetas del Antiguo Testamento. Del texto de su sermón sobre ellas se derivó dicho canto.
El dominico Philippus de Barbiers en el siglo XIII, en “Duodecim Sibilarum”, reunió las profecías sibilinas sobre Jesucristo.
En la noche de Navidad ,y seis de enero, se realizaba el Canto de la Sibila, que comenzaba con el “Iudici signun, tellus sudore madescet”. Igualmente en algunos sitios se cantaba en la noche del Viernes Santo.
Fue un tema recurrente la interpretación, y reproducción, de las profecías sibilinas. Autores como Gonzalo de Berceo, en “De los signos que aparecerán antes del Juicio”, trata el Apocalipsis. La sibila de Eritrea aparece en el tercer verso de “Dies Irae”, del franciscano Tomás de Celano, anunciando el fin del mundo.
Incluso Calderón de la Barca escribió “La Sibila de Oriente”, y el auto sacramental “El árbol del mejor fruto”, donde la sibila era su protagonista.
Los documentos más antiguos sobre el Canto de la Sibila que se conservan se encuentra en la abadía francesa de Saint Oyan, que datan del siglo IX, y en España están contenidos en un manuscrito, escrito en el 953, atribuido al monje Florentius, utilizado para la liturgia mozárabe en el monasterio burgalés de Valeránica, y custodiado actualmente en Córdoba.
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