El país real

Prefieren determinados "Sumos Sacerdotes" políticos y "Poncios Pilatos" renegadores de los sentires constitucionales

Estimados lectores, hoy cuaresmal lunes de horario veraniego, día uno de abril, hace 80 largos años finalizó la guerra incivil española y otros 40 desde que se aprobó la actual Constitución Española, que dio paso a un sistema político deseado por el conjunto mayoritario de españoles de esa época histórica, que tuvieron la loable y plausible acción de refrendar en las urnas con su voto en libertad, la opción del sí; algunos o muchos durmiendo, al día de la fecha, "el sueño de los justos" o no y otros muchos, menores de edad o no habían nacido e, incluso, ni se les esperaba como proyecto biológico, y, menos aún, como absurdos líderes políticos con poco oficio y mucho beneficio.

Unas pocas monedas de oro fueron suficientes para que Judas Iscariote, discípulo de Jesucristo, le entregara a la muerte. Fue la gran traición ignominiosa de la humanidad vender en Getsemaní al Hijo del Hombre y de Dios.

Pues bien, hoy España, se quiera o no ver desde cualquier óptica, se está paso a paso radicalizando electoralmente la gran traición de quienes ni sienten ni aman ni amarán a España como un gran país en su diversidad cultural. Estos prefieren determinados "Sumos Sacerdotes" políticos y "Poncios Pilatos" renegadores de los sentires constitucionales para legitimar con cobardía, actuaciones y procedimientos vulneradores, "iure et de iure", de las leyes que han regulado durante estos últimos años la convivencia en la unidad con independencia geográfica de donde hubiésemos residido con la única excepción, a Dios gracias finiquitada, del terrorismo etarra, que produjo una dolorosa diáspora desde la región vasca, al igual que está sucediendo en Cataluña a nivel empresarial e, incluso, a nivel ciudadano.

Deberíamos preocuparnos los españoles de cuáles serán los resultados que puedan darse a nivel electoral, ya que un resultado u otro con las carambolas independentistas puede significar un proyecto tóxico con una considerable perversión ideológica, que incida de forma negativa en llevar a España a la ruptura y a la miseria profunda de ese país real, o un proyecto en positivo, que desee abiertamente y a viva voz un Estado de Bienestar Social, que allane al pleno empleo, una excelente sanidad pública y dependencia, calidad en la educación, tolerancia cero con la corrupción política y un posicionamiento humanístico cristiano que eleve a esta gran Nación, la Española, en el concierto político mundial.

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