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En demasiadas ocasiones nos expresamos sin tener conciencia de lo que decimos, hablamos, herimos, ofendemos… No le damos importancia, porque las palabras se las lleva el viento. Pero, ¿adónde se lleva el viento las palabras? A veces se quedan clavadas en el corazón que sangra cada vez que recuerda. Otras, incapaces de marchar, se clavan en la memoria. Según un buen amigo filólogo hispano, la palabra es la herramienta más poderosa que tiene el ser humano, podemos generar y modificar estados de ánimo en otras personas y en nosotros mismos. También y como decía Paul Watzlawic, las palabras, o sea, el contenido de nuestros mensajes, están siempre supeditados al lenguaje no verbal.
Entonces, ¿porqué no usamos las palabras en positivo, conscientes del potencial que tenemos entre las manos?, y ¿porqué no pensamos en la comunicación no verbal que estamos emitiendo a los demás, y a nosotros mismos? Asegurarnos de que nuestro mensaje sea positivo y ha sido recibido en fondo y forma como es nuestra intención.
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