
Antonio Lao
Almería: las obras y el caos de tráfico que no fue tal
Paseo Abajo
Alquilábamos una habitación frente a lo que hoy es el Museo del Realismo, o nos reuníamos en la cochera de Manuel Ayala Cruz. Un viejo tocadiscos verde y blanco, sin connotaciones políticas, y de entre todos los microsurcos uno de Alberto Cortez, con una canción que repetíamos todas las veces posibles a lo largo de la tarde del domingo: Las palmeras. Lenta, muy lenta, y si he de ser sincero, con ciertas notas románticas y eróticas a esas edades. Recuerdo aquellas palmeras, en estos días en los que el ayuntamiento de María Vázquez anuncia que va a retirar todas las palmeras que engalanan la Avenida Cabo de Gata. Hay alguna otra historia económico-política sobre palmeras, con viaje directo a Elche para abonar la compra de un número de ellas, y con la apertura de alguna botella de Vega Sicilia, camino de vuelta a casa, fueron dos, que algún día habrá que contar, pero no es todavía el momento para hacerlo. Espero que llegue ese día. Tras los recuerdos, qué viejo se va volviendo uno, la ciudad se enfrenta a una realidad, el peligro que vienen suponiendo las palmeras en una ciudad donde los puñeteros vientos, azotan la costa con furia, tanta o más, que la que usa Pedro Sánchez a la hora de hablar de sus compañeros en los mensajes a Ábalos. ¡Tela tienen los mismos! Con las lógicas distancias a las que nos enfrentamos, es de imaginar que la oposición no se va a oponer en esta ocasión a la retirada de las palmeras. Vamos, que no va a hacer “casus belli” de ellas, como hizo con los ficus de la Plaza Vieja. Las grandes plazas del mundo, dense una vuelta por ellas, comprobaran que están libres de árboles, y no se quejan del sol. Hicieron una batalla ideológica de los ficus, buscaron a un juez, se piensa que amigo, y los ficus se quedaron en la plaza. Con las palmeras imagino que no habrá denuncia de la oposición, que no entrará la justicia, no hará falta la presencia del hombre de las puñetas e irán desapareciendo de nuestro paisaje, dejando de ser un referente cercano a nuestro Mediterráneo, y dando tranquilidad a los vecinos de la zona, cuando Eolo dice de dar por saco. Y vaya si da. Me parecía positivo el cambio que se le quería dar a la plaza, la ideología fastidia a veces buenas ideas, y encuentro positiva, con las diferencias que quieran poner, que ante el peligro que representan las palmeras frente a los fuertes vientos de nuestra costa, que el ayuntamiento de María decida cambiar el paisaje de esa Avenida que mira y nos lleva hasta el mar que baña las arenas de esta ciudad.
También te puede interesar
Lo último