Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Con todo el marrón que tiene, le aconsejo al presidente del Gobierno que esté metido en la Moncloa con una buena manta, unas castañas asadas y una película de sesión de tarde de Antena 3. Le esperan un otoño y un invierno bastante turbios: Ábalos, Koldo y compañía, más el caso de su esposa. Lo bueno es que él ya tiene la estrategia y, de momento, no le está saliendo nada mal. Unos puntos que seguramente le haya dictado el señor Zapatero en esos días de verano en La Mareta. Si recuerdan, los asquerosos incendios crearon una buena revuelta política de echarse la culpa y, una vez más, salió ganando en el relato. Pero sin duda, y creo que él ni se lo cree, el mejor ha sido el tema de la guerra de Oriente Medio. Es verdad que como Gobierno se debe denunciar lo que ocurre, pero no aprovecharse y hacerse el Robin Hood de la masacre. Ha sabido activar a toda la izquierda, incluso ganándose a los de Podemos y a los de Yolanda Díaz. Ha revestido las manifestaciones y ha creado una cortina de humo increíble. Vuelvo a insistir en que es una barbaridad lo que está ocurriendo en Gaza, pero no se debe aprovechar, políticamente hablando, para tapar lo que pasa. A diferencia de otros momentos, ahora sí que sí, ya se le ven las orejas al lobo. Imagino que el susto que se llevó viendo el informe de la UCO donde se ve el sobre con el logo del PSOE para el señor Ábalos ha sido fuerte. Lo maravilloso es que todavía en este país se sigue corrompiendo de una manera cateta. Si ustedes leen ese informe, es inverosímil y de género tonto. Es decir, dinero en efectivo y un lenguaje para hablar de dinero que ni un sketch de Cruz y Raya. “Chistorra”, “lechugas” o “folios”: este era su lenguaje en clave. No me digan que no es de película cutre. Para colmo, porque encima se piensa que nos hemos caído de un guindo, el señor Ábalos diga que es que hablaba de “folios” para la impresora del despacho que tenía en su casa. Que por cierto, sigue siendo diputado. En fin, un fin de semana que Moncloa ha sabido organizar y aquí nadie da ninguna explicación. El juego del parchís sigue, pero la ficha de Sánchez nunca muere.
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