Libertad Quijotesca
Irene Gálvez
La estela de Horemheb
Luces y razones
El cambio climático, la crisis climática o la emergencia climática, que con todas estas expresiones se denotan los episodios o registros inhabituales del clima, se ha convertido en otro argumento -acaso mejor excusa- para la controversia política, toda vez que “afirmacionistas” y negacionistas del mentado cambio se alinean con posiciones enfrentadas de la gama política y, por ello, despotrican de los contrarios -ay, la deriva sectaria de los unos y los otros- con la baza climática. Por cierto, si Quevedo, primero, y Antonio Machado, después, tuvieron por necio a quien confunde valor y precio, no será cuestión de atribuir ese carácter, mas sí precisar que no es lo mismo clima y tiempo. Este último se refiere al estado de la atmósfera, por lo que puede preguntarse qué tal tiempo hace este domingo, mientras que el clima señala las condiciones atmosféricas propias de una región, si bien se tienen por sinónimos clima y tiempo. La pavorosa tragedia, la mayúscula devastación de la gota fría en Valencia no tiene paragón y se hace del todo inhabitual. De manera que, repetidos esos fenómenos, más o menos insólitos, se advierten los efectos de un cambio. Distinto parece que la bondad del tiempo, expresada en agradables temperaturas, invite a acudir con sombrilla y bañador a la playa en diciembre. Razón por la que el cambio, todos los cambios, son relativos, clima aparte
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