Las renuncias

31 de mayo 2025 - 03:08

En estos días estamos asistiendo a un enjuague más a los que nos tienen acostumbrados los partidos. La política no es mala, todo lo contario, debería ser el arte de llevarnos bien, de dialogar sobre ideas y proyectos, en definitiva, de entendernos los que pensamos distinto. El problema somos nosotros, los políticos, incluidos los que no nos dedicamos a ella, pero sí a predicar desde la barrera la salida del toro, la forma de recibirlo el diestro, o el siniestro, y la faena que le hagan uno y otro a lo largo de la lidia. Y ahí es donde entran la diferencias que nos hacen, a veces, que lleguemos a decir: “joder con los políticos que tenemos”. En Badajoz, el Psoe ha retorcido los intereses políticos para que un señor sea aforado y se libre de la justicia, y para ello tienen que renunciar a su escaño una serie de compañeros por pantalones. Alguien se ha puesto farruco y ha dicho: hasta aquí hemos llegado. Y ahí anda discutiendo la dirección del partido qué hacer con quien ha osado oponerse a un mandato, uno diría que algo dictatorial, de los jefes. Lo de Badajoz (con las distancias en jamones, nosotros serranos, ellos ibéricos), tiene algo parecido a lo que ocurrió por esta tierra hace algunos años. Si en Badajoz a un grupo de militantes del Psoe se le pide que renuncie a un acta por eso, en Almería se le pidió a un grupo de ediles de la capital que renunciaran a ser alcaldes, para beneficiar a determinado señor, porque así lo requería el partido. Se acuerdan ¿verdad? Seis ediles pasaron por el aro y firmaron la renuncia para que Ramón F. Pacheco, el nieto de Monterreal, se hiciera cargo de la vara de mando del ayuntamiento. Estamos ante la misma jugada, vergonzosa la de Badajoz para beneficiar a un señor haciéndolo aforado ante la justicia que lo persigue, en Almería para beneficiar y hacer alcalde a un señor que de otra forma no habría llegado a donde en estos momentos se encuentra. Cuando la política se cimenta en presiones y chanchullos, no les debe extrañar a los señores políticos que los ciudadanos digan: ¡joder, qué políticos tenemos! A ellos no les preocupa, saben que mientras las listas sean cerradas, y los partidos no quieran abrirlas, y no quieren, el ciudadano no va a tener otra alternativa que pasar por el aro de los partidos o quedarse en casa. Y la segunda nunca es buena opción, porque con más o con menos votos ellos van a seguir ganando, y nosotros perdiendo. Lo que sí hay que hacer es cuidar el voto, no dárselo alegremente a los bandarras conocidos, y conocidos son.

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