Respuesta ciudadana

23 de enero 2025 - 03:08

Es muy difícil entender y explicar la falta de respuesta ciudadana a las flagrantes fechorías del gobierno pobresista. A la mediocridad de la oposición. Al abuso de los subvencionados sindicatos. A la complicidad de la CEOE y el Ibex 35. La última vez que los ciudadanos salimos por iniciativa propia a las calles de España fue en julio de 1997. Cuando los terroristas de ETA secuestraron y asesinaron a Miguel Ángel Blanco Garrido. Salimos para defender los valores, obligaciones y derechos con los que queríamos vivir. Como individuos y como sociedad. Salimos a las calles con responsabilidad y civismo. Manifestamos por todos los rincones de la Nación nuestro compromiso con la historia de España. Nuestra lealtad con la justicia, la libertad, la paz y la prosperidad. Pudimos atrevernos a creer que no sólo habíamos vencido al cainismo. Al fin lo habíamos superado ¿Qué ha pasado desde entonces? Deberíamos pararnos a pensar en ello porque el tiempo se está agotando. Para empezar los atentados del 11 de marzo de 2004 en cuatro trenes de la red de Cercanías de Madrid. Entonces se abrió la veda para el proceso galopante de degradación de la grey del poder en España. Para comprender y combatir este proceso de autodestrucción, no podemos perder de vista lo que venía sucediendo en Hispanoamérica desde 1989. En concreto la evolución de los partidos de la izquierda fascinados por el invento castrochavista del socialismo del siglo XXI. Paralelamente la pasividad y connivencia de los partidos de derecha. Para disimular, todos aspiraban al postureo en el centro y repetir hasta el agotamiento que son muy demócratas. Para ponerlos en evidencia nada más hay que estudiar la organización interna de los partidos, empezando por los de Ferraz, 70 y Génova, 13. Por aquello del amañado bipartidismo. En realidad lo que ejercitan es regodearse en la pelusa de sus centrados ombligos. Todos han estado de acuerdo en perpetrar la destrucción de la educación y la cultura en España. Además de fomentar la falta de respeto y valoración del trabajo, el mérito, la iniciativa empresarial, el esfuerzo y la honradez. Modus operandi: subvenciones y apoderarse del trabajo en la administración pública. No puedo evitar pensar que este es un país donde su sociedad destruye las vocaciones. Duele horrores pensarlo. Si no trabajamos, luchamos por nuestra libertad, nos condenamos a perderla.

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