Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
La Moncloa sabe que las encuestas de verdad, no las del señor Tezanos, le dan malos resultados. Saben que tienen que empezar a trabajar ya, porque los votos que recibe la derecha de lo socialistas pueden volver. Por el momento, han empezado con las redes sociales. Si ustedes usan la famosa plataforma china TikTok o Instagram, verán a Sánchez de vez en cuando enseñándonos la casa presidencial de una forma dicharachera para llamar la atención de algún joven. Pero no solo eso, también algunos miembros del Ejecutivo juegan a llamarse por teléfono para que se muestre el buen rollo que hay en el Consejo de Ministros. ¿A qué no saben cuánto nos cuesta toda esta estrategia en marketing digital y comunicación en general? Pues 78,7 millones de euros. Una verdadera burrada, pero ojo, ya saben por la historia política, que la izquierda es la que mejor comunica en sus campañas y sabe cómo enganchar a cuatro jóvenes y a cuatro jubilados. Un plan que creo que, fíjense que puede funcionar. Por mucho que se sepa el coste de esto, a la ciudadanía le da igual; vivimos anestesiados. Y mira que tenemos todos los días algo de Leire o de Koldo, pero bueno. El señor Sánchez intenta embaucar a los jóvenes yendo a podcasts; la última visita fue a Radio 3 con una chupa y haciéndose el guay delante de todos, sabiendo de cultura y de música como el que más. Aunque alguna cosa no se acordaba. Como verán, el resultado de esto es captar jóvenes, nuevas generaciones, para meterles en la cabeza el mundo que vive Ferraz. Cerdán, Ábalos, Begoña o el hermano son casos de los “jueces patrióticos”; la realidad es otra. El caso es que le funciona y les aseguro que el suflé de todos los casos irá bajando y cuidado, porque él no puede ganar, pero sí sumar con todo su gobierno Frankenstein. Eso, la derecha una vez más no lo ve y la verdad es que la estrategia de Génova 13 es nefasta. No les pido que se gasten la barbaridad en asesores, pero cojan alguno bueno. El presidente empieza su campaña porque sabe que el 2026 es clave y duro, y tiene que llevar la realidad a otro sitio. Lo veremos jugar al baloncesto, tomando café con jóvenes y lo veremos también en algún concierto de Rosalía para decir: “A mí también me gusta”.
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