El ruidoso funeral de Santa Cruz

20 de octubre 2025 - 03:09

No voy a hablar de mi libro, pero sí de mi barrio, en el que viví dos años, entre 1963 y 1965, y en el que vivo desde hace 43. La Asociación de Vecinos ha vuelto a urgir al Ayuntamiento para que afronte los muchos problemas de la explotación intensiva turística que lo está haciendo inhabitable para quienes viven –no solo pernoctan, no solo devoran, no solo beben: viven– en él. De no recibir respuesta, se anuncian acciones de protesta en noviembre.

¿Exageran? No. Dejé el barrio en el 65 y volví a él en el 82. Y no había cambiado apenas. Había turistas, claro. Pero seguían los comercios que conocí: ultramarinos, fruterías, panaderías, droguerías, papelerías, librerías, quioscos. Seguía el silencio de las calles y las plazas. Seguía el vecindario interclasista. En Mateos Gago solo había tres bares y una tabernita. Hoy han cerrado todos aquellos comercios menos uno, los hoteles, pisos turísticos y bares se han multiplicado como las langostas que atormentaron a los egipcios, los veladores han invadido calles y plazas, la contaminación acústica es insoportable y los vecinos emigran, hartos. No se ha hecho nada para evitar la saturación de negocios turísticos y no se hace nada para atenuar sus consecuencias haciendo cumplir las ordenanzas o disponiendo otras nuevas.

Enumera la Asociación, refiriéndose a los ruidos, la recogida de vidrio entre las 7 y las 10 de la mañana y el arrastre de contenedores de basura o palés que superan con mucho, dada la irresponsable concesión de licencias para bares y restaurantes, los decibelios permitidos; las rutas teatralizadas, yincanas y pelotones turísticos organizados (a los que añado las despedidas de solteros y solteras); o el ruido causado por la saturación de veladores o apelotonamiento ante los bares amenizados por músicos callejeros a veces amplificados. Ni las dobles ventanas pueden proteger de este tormento acústico.

No se trata de turismofobia, porque la responsabilidad no es de los turistas que duermen, comen y se apelotonan allí donde la dejación municipal se lo permite. Se trata de ayuntamientojartura porque desde que estalló el turismo masivo en cifras nunca antes conocidas, no solo no han hecho nada, sino que han contribuido a la tematización y explotación salvaje del barrio dando licencias como si tiraran confetis.

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