El sainete electoral

La saturación informativa de las elecciones obligaría a no realizar comentario alguno sobre las mismas

La saturación informativa de las elecciones generales obligaría a no realizar comentario alguno sobre las mismas. Pero al final, la voluntad puede más que la razón, y hablamos. No para reiterar lo reiterado (falta de talla en quienes representan, la desatención ciudadana, la idiosincrasia del pueblo, etc.), sino para trasladar una reflexión: la posibilidad de partir de una realidad, creando otra inexistente, más artificial que natural, y que puede enmascarar o provocar al final efectos adversos inimaginables. Me explico, con un ejemplo.

En la sociedad del siglo XXI era frecuente la enfermedad de la histeria, lo que por entonces se entendía como un trastorno neurótico de las personas, asociado más bien a la mujer (hystéra, del griego, útero). Conceptuada en un primer momento como una deficiencia moral, después lo fue como enfermedad física de origen desconocido. Los tratamientos que ofrecían asustan tanto como ese mal, siendo el principal la electroterapia. Imaginen las consecuencias del remedio: quemaduras, mareos, o incluso defecaciones. Estudiada esta patología por Freud, fue un neurólogo francés, Charcot, el precursor de una nueva visión científica de este padecimiento, estableciendo la base mental de la enfermedad. Tras ello se concluyó que la psicología puede llegar a crear las realidades que investiga, e incluso inventar nuevas enfermedades, cuando la ciencia es realmente la visión de ningún lugar, el mundo tal cual, independientemente de los deseos, esperanzas y pensamientos del ser humano.

Hoy, en este país tan querido como es el nuestro, podría pensarse que las posiciones de quienes juegan la partida de ajedrez -partidos políticos y dirigentes- son artificiales, hasta forzadas. Sin conocer sus verdaderos intereses, o los objetivos que se hayan podido marcar, choca percibir como se convierte unas elecciones en un sainete falsificado y contrahecho, desnaturalizando la esencia de unos comicios ¿Y los problemas de la gente? O, al menos, esos diferentes al "a, b, c" con el que todos los días nos aburren ¿No hay más? ¿Empleo, sanidad, o educación? La simple idea del soliloquio y la uniformidad (realidad investigada) parece haber creado unas elecciones a la vista que no son tales, y ya veremos si éstas no suponen a futuro algún contratiempo añadido ("enfermedad política"). Como indicó Charcot, esperemos que solo se trate de un estado mental pasajero.

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