Las Salinas de Cabo de Gata

09 de octubre 2025 - 03:09

Las Salinas de Cabo de Gata constituyen uno de los enclaves más emblemáticos del Parque Natural. En este paisaje singular, la intervención humana y la naturaleza han tejido, en perfecta simbiosis, un ecosistema de extraordinario valor ecológico.

Su funcionamiento es un ejemplo de eficiencia natural. El agua marina entra al recinto impulsada por los temporales de poniente, aprovechando la fuerza del viento para reducir la necesidad de bombeo. Desde las piscinas situadas tras La Fabriquilla, el agua fluye por gravedad a través de una galería subterránea y canales al aire libre. Este recorrido la conduce por un laberinto de charcones evaporadores, calentadores y cristalizadores, donde, bajo el sol implacable, se produce el milagro de la sal. Cada estanque, lejos de ser un sistema homogéneo, desarrolla condiciones fisicoquímicas únicas, generando un mosaico de microhábitats que sustenta una biodiversidad excepcional.

Pero son mucho más que una industria milenaria. Son un punto de parada vital en la ruta migratoria de miles de aves que viajan desde la tundra ártica hasta sus refugios invernales en el África subsahariana. Sus aguas ofrecen descanso, alimento y espacio para la nidificación, convirtiéndose en un enclave crucial para la avifauna.

Este estallido de vida le ha merecido el más alto reconocimiento internacional: Área de Reserva dentro del Parque Natural, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), y Humedal de Importancia Internacional según el convenio Ramsar.

Afortunadamente, el futuro es esperanzador. El proyecto de restauración y acondicionamiento del humedal, con una inversión superior al millón de euros, reforzará su valor ambiental y cultural. Se renovará el vallado perimetral para proteger los nidos de depredadores, se crearán nuevos islotes de nidificación y se actualizarán los observatorios y la señalética. A ello se suma la iniciativa privada de visitas turísticas, un primer paso, aún tímido, hacia la divulgación y la concienciación sobre la importancia de este entorno.

El camino a seguir exige una gestión integral que armonice la actividad salinera tradicional con la conservación del ecosistema y un turismo sostenible y de calidad. Garantizar el aporte de agua mediante un mantenimiento predictivo será clave. La ciencia y el sentido común deben ser la brújula que guíe nuestros pasos para proteger esta joya de nuestro patrimonio natural.

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