Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Varios lectores de esta columna de Granada, Sevilla y Jaén, coinciden al escribirme criticando cordialmente que “habiendo tantos temas urgentes e importantes en la actualidad, y siendo mi opinión valiosa” (aquí la amabilidad); “mis dos últimas colaboraciones hayan carecido de interés al centrarse en asuntos banales” (aquí la crítica). En primer lugar, les agradezco sus opiniones, ya que todo texto es una tarea compartida entre el autor y sus lectores. Si falta uno de los dos, la obra no existe. Estas columnas nacen de fuentes diversas mezclando descripciones de lo que somos; con relatos producto de la imaginación, que buscan embellecerlo o al menos entenderlo. Aquí no encontraremos la explicación a la vida, pero si intentamos narrar historias que den argumentos para el optimismo y nos hagan compañía, huyendo del dogmatismo y las rutinas. Y para que eso sea posible, su colaboración corrigiéndonos, es esencial. Así pues, gracias.
Además, tienen razón. Las dos últimas semanas he escrito sobre los beneficios del Jacuzzi y las ferias de discos de vinilo usados. De Gaza o Sánchez nada de nada. Pensarán ustedes que tal frivolidad se pueda deber a la reciente autorización del cannabis contra ciertas enfermedades (y, créanme, yo tengo unas cuantas ) o a la dopamina que tomo como enfermo de Parkinson que soy. No, es más profundo, estoy abonado a cinco diarios que leo diariamente; consulto a no menos de otros diez online ; escucho cuatro emisoras diariamente saltando de una a otra; desayuno, como y ceno frente al televisor viendo los informativos; e incluso compro revistas especializadas para informarme mejor y sigo compulsivamente las redes sociales . Como consecuencia, la llamada actualidad no me sorprende y me siento incapaz de añadir nada nuevo a lo que un gran número de excelentes profesionales de la comunicación ya ha tratado con anterioridad y profusión. Podría decir que Trump es el presentador de un reality mundial y que su comportamiento obedece a ello; que Sánchez es quien mejor ha entendido que ya no habrá mayorías y que pactaría llevar la Moncloa a Waterloo si lo necesitase para seguir ocupándola; que Felipe González está enfadado y que en eso y otras muchas cosas coincide con Aznar; y que Pablo Iglesias es el mayor peligro de la izquierda de este país. Pero todo está ya mil veces dicho. Así que, para no caer en la banalidad, ni repetirme, la semana que viene escribiré sobre DIOS.
También te puede interesar
Ni es cielo ni es azul
Avelino Oreiro
Se adelantó el invierno
Utopías posibles
Silencio personal y movilización social
Opinión
Aurelio Romero
Otro cambio de opinión
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática