Desde mi experiencia

José Miguel Ponce

El sexo es lo que es

Se olvida que la adolescencia es un periodo en el que las personas pueden tener una cierta indefinición

Existe un gran debate sobre la Ley Trans centrado en la autodeterminación de género. Esto significa que una persona por sí misma puede acudir al Registro Civil para cambiar su sexo por el otro con el que se siente identificada (de hombre a mujer o de mujer a hombre). La polémica está en que, según esta ley, a partir de los 16 años, una persona puede acudir sola y sin el consentimiento paterno al Registro Civil e iniciar el proceso para cambiar de sexo. Entre los 14 y los 16 años, deberá ser asistida por sus padres o tutores legales. Los menores de 12 años podrán cambiar su nombre en el Documento Nacional de Identidad (DNI).

Dudo de que un cambio de nombre, una intervención o un cóctel de hormonas de impredecibles consecuencias para la salud acabe con el problema de sentirse en un cuerpo equivocado. Son soluciones superficiales propias de una sociedad superficial y frívola.

La ley elimina el papel del médico y del psicólogo en la decisión del adolescente para cambiar de sexo, un proceso sanitario con consecuencias irreversibles. Además, se elimina la obligatoriedad de presentar un informe médico o psicológico que justifique que existe disforia de género y el requisito de hormonarse durante dos años para que se conceda el cambio de sexo en el Registro Civil.

Se olvida que la adolescencia es un periodo en el que las personas pueden tener una cierta indefinición e inseguridad sobre los roles sexuales y otros aspectos del desarrollo personal. La ayuda de profesionales sanitarios, en especial de la salud mental, puede jugar un papel importante en el desarrollo de la identidad y orientación sexual. Así se evitaría que se pretenda seguir una moda, como está ocurriendo en la actualidad.

Desde la ciencia y la biología: no hay más que dos sexos, y las personas que sufren distintos síndromes que afectan a genitales u hormonas no refutan eso: son hombres con tal síndrome o mujeres con tal otro. El sexo es el que es, y los médicos tienen que saber cuál es el sexo de una persona, porque los tratamientos en ocasiones son diferentes dependiendo de uno u otro.

Parece que se ha llegado a lo que G. K. Chesterton vaticinó: "Pronto estaremos en un mundo en el que un hombre puede ser abucheado por decir que dos y dos son cuatro, en el que le gritarán furiosamente a cualquiera que diga que las vacas tienen cuernos, en el que la gente perseguirá la herejía de llamar triángulo a una figura de tres lados y en el que una turba enloquecida colgará a quien venga con la noticia de que la hierba es verde." ¿Diversidad sexual y de género para menores de edad?

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