La tribuna

Coronel JAVIER Soriano

Al soldado Miguel de Cervantes

ESTE año se cumple el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, figura española universal y referente no solo para nuestras letras sino también para las actuales unidades militares en las que estuvo destinado, ya que conviene recordar que Cervantes, al igual que muchas de nuestras glorias del siglo de oro, sirvió como Soldado. Además de él, lo fueron Garcilaso de la Vega, Cristóbal de Virués, Lope de Vega o Calderón de la Barca. Todos ellos sirvieron en el Ejército donde estuvieron a las órdenes de grandes Capitanes que fueron inspiración para sus obras.

Cervantes tenía como vocación la milicia y amaba la literatura. Fue militar y quiso seguir siéndolo, pero su captura por corsarios argelinos en 1575 truncó sus expectativas. Está documentalmente probado que Cervantes ejerció el honrado oficio de las armas entre 1570 y 1575, encuadrado en las unidades más emblemáticas del Ejército español: los Tercios de Infantería. Durante este periodo de tiempo, Cervantes sirvió sucesivamente en los Tercios de Nápoles (actual Regimiento de Infantería "Nápoles" nº 4), de Miguel de Moncada, de Lope de Figueroa (actual Regimiento de Infantería "Córdoba" nº 10), y de Sicilia (actual Regimiento de Infantería "Tercio viejo de Sicilia" nº 67).

Nuestro insigne escritor inició se carrera militar en Nápoles el verano de 1570 donde se alistó a las órdenes de Álvaro de Sande en las filas del Tercio de Nápoles. Enterado Cervantes que su hermano pequeño Rodrigo había desembarcado en Italia en julio de 1571 como un Soldado más de la Compañía del Capitán D. Diego de Urbina, esto le motivó a integrarse también en dicha unidad, sentando plaza como Soldado aventajado en la citada Compañía, una de las 10 de las que se componía el Tercio del Maestre de Campo D. Miguel de Moncada. Se trataba de una Compañía de Infantería reclutada en el interior de Castilla, que venía de combatir en las Alpujarras. Encuadrado en esta unidad junto con su hermano Rodrigo, en octubre de 1571 intervino en la batalla de Lepanto,

Tras esta batalla, quedó convaleciente en el hospital de Messina para recuperarse de las heridas sufridas. Allí pasó siete meses, tras los cuales se incorporó en abril de 1572 a la Compañía del Capitán D. Manuel Ponce de León, que pertenecía al Tercio de Lope de Figueroa, al absorber este Tercio los restos del Tercio de Miguel de Moncada.

En noviembre de 1573, D. Juan de Austria, al mando de las fuerzas españolas en el Mediterráneo, envió como refuerzo al Tercio de Sicilia dos compañías del Tercio de Figueroa, una de ellas la de Ponce de León, en la que servía Cervantes; desde ese mes nuestro protagonista quedó encuadrado en el Tercio de Sicilia hasta septiembre de 1575, fecha en la que regresó a España con importantes cartas de recomendación para conseguir el mando de una Compañía de las que se formasen para luchar en Italia. En este viaje sería apresado por corsarios argelinos, permaneciendo cautivo en Argel cinco largos años.

Es probable que antes de Lepanto, Cervantes interviniera en el socorro a Chipre embarcado en las galeras españolas de Juan Andrea Doria. Y después de Lepanto interviniera en las batallas de Navarino, de Mondón, Corfú, en la conquista de Túnez y en el fracasado socorro a la Goleta.

En 1590, Cervantes redactó un Memorial para completar su hoja de servicios y solicitar alguna de las plazas de funcionarios vacantes en la administración de los virreinatos americanos, en el que daba a entender que también había intervenido en la campaña de Portugal (1580) y la batalla de la Isla de San Miguel (Las Azores) (1582), datos estos no documentados.

Está claro que la vida militar de Cervantes no empezó y acabó en Lepanto, sino que constituye una parte importante de su biografía y de indudable influencia en su obra literaria, en la que podemos encontrar pasajes como el que escribió en la parte 2ª, capítulo XXIV del "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha": "…porque no hay otra cosa en la tierra más honrada, ni de más provecho, que servir a Dios, primeramente, y luego a su Rey y señor natural, especialmente en el ejercicio de las armas, por las cuales se alcanzan, si no más riquezas, a lo menos más honra que por las letras, como yo tengo dicho muchas veces; que puesto que han fundado más mayorazgos las letras que las armas, todavía llevan un no sé qué los de las armas a los de las letras con un sí sé qué de esplendor, que se halla en ellos, que los aventaja a todos."

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