SPQH

06 de noviembre 2025 - 03:07

Emulando a nuestras ancestros grecolatinos e hispanorromanos, el Senado es una de las instituciones que representa al pueblo español. SPQH. Senatus et Populus Hispaniae. El Senado y el pueblo de España. El pasado jueves 30 de octubre, pasará a los anales de la historia de España, de una de nuestras cámaras de representación, cómo un día trágico e infame. El Minotauro que encabeza este mal gobierno se comportó como era de esperar en él. Un impresentable al que el cargo no es que le venga grande. Le viene grande el más elemental rasgo, espíritu y valor, que enaltece al ser humano. Toda su puesta en escena fue una maniobra de distracción. Tanto dentro del Senado, como fuera. Una flotilla de palanganeros tan nefastos como su repugnante proyecto político. El poder como fin en sí mismo, para borrar la lengua, geografía, e historia de la Nación española. Muy ufano el caballero dijo: “Bueno, yo creo que esto es un circo”. De lo que no cabe duda es del terror fiscal y la brutal carga de impuestos con la que se lastra la vida de los ciudadanos españoles. El pan cada día se encarece más. Al mismo tiempo, sufrimos una nefasta administración de nuestros recursos y productividad del trabajo. Temor, división, corrupción y analfabetismo funcional. Propaganda, distracción y fanatización. Crispación, perversión, falsedad, invasión, y una descarada dejación de funciones en cuanto a dar cuentas. Por lo visto desde aquel espantoso 11 de marzo de 2004, el único presente y futuro para España es convertirse en el comedero de una egoísta grey en la que interviene una desgraciada injerencia internacional. Empezando por la cacareada agenda 2030. Contribuir a la implantación de un totalitarismo globalista, que tiene como principal objetivo acabar con la cultura occidental. El libre albedrío, el respeto y valor de la vida humana, conocimiento y cuidado de la naturaleza, la igualdad de todos los ciudadanos ante la justicia, la propiedad privada, la familia, el esfuerzo y la duda razonable inculcadas a través de la educación y la cultura, son muy peligrosos para el socialcomunismo que se pretende imponer. Si queremos salir de este laberinto pobresista, empecemos por recordar el artículo I de la Constitución española: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del cual emanan todos los poderes”. Ayer ya teníamos que habernos hecho cargo de nuestra historia y responsabilidades.

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