De Tiberio a Almería

18 de diciembre 2025 - 03:06

Durante el puente de la Constitución visitamos el Real Jardín Botánico. Frente a la Estufa de Graells (1856), uno de los invernaderos más antiguos que se conservan en España, acompañado de mi hija María y Jan, tuve la sensación de estar ante el antepasado directo de los actuales sistemas de protección de cultivos, que hoy generan empleo y riqueza en el sureste español.

Muy cerca se alza el Palacio de Cristal (1887), concebido originalmente como gran invernadero para albergar la Exposición de Flora de las Islas Filipinas. Probablemente no sean los invernaderos más antiguos de España, pues ya existieron estufas y orangeries en los jardines reales para proteger cítricos y plantas exóticas, pero sí son los que mejor han sobrevivido hasta nuestros días.

El primer precursor de los invernaderos de hierro y cristal, tan característicos de los jardines botánicos y orangeries entre los siglos XVI y XIX se remonta a 1599, se trata del jardín botánico de Leiden. Pero, ¿fueron estos los primeros sistemas de cultivo cerrado con material translucido? En realidad no. Los proto-invernaderos son mucho más antiguos y estuvieron ligados a una sorprendente tecnología de la antigua Hispania.

En el siglo I de nuestra era, dos escritores clásicos, Columela y Plinio, mencionan los primeros invernaderos conocidos (specularia), construidos por el emperador romano Tiberio. Eran estructuras cubiertas con láminas de “lapis specularis”, una variedad cristalina de yeso que se exfolia en placas finas, con propiedades similares al vidrio. En ellas se cultivaban “cucumis”, frutos de forma similar a los actuales pepinos, que Tiberio tenía que consumir diariamente por prescripción médica.

Lo más interesante es que el lapis specularis del Imperio se extraía en Hispania, concretamente en Cuenca y Almería. Estos yacimientos se explotaron activamente en el siglo I y el material se utilizó no sólo en invernaderos, sino también para las ventanas de baños y estancias romanas.

Hoy, el foco de la horticultura protegida ha cambiado. Ya no se trata de satisfacer el capricho de un emperador ni de exhibir palmeras filipinas, sino de garantizar frutas y verduras saludables para buena parte de Europa durante el invierno. Los invernaderos no son una rareza moderna, sino la respuesta técnica a un problema muy antiguo. Desde la Roma imperial hasta la Almería actual, la creatividad ha sido nuestra mejor herramienta.

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