Tristes empresas de la historia

21 de mayo 2025 - 03:07

E N estos últimos días, como ya adivinaba Foucault, nos han impuesto un nuevo modelo de justicia, basado en la desinstitucionalización o difamación de los tribunales, jueces y actores públicos de la judicatura dotando a factores sociales y culturales, la labor judicial y, por lo tanto, la capacidad de legislar las nuevas leyes judiciales; o incluso acometer juicios sumarísimos que recuerdan a las checas o gulag de antaño, que a través de un tribunal ético y moral, motivado por medios de comunicación y lobbies afines, dirigen, juzgan y dirimen al pueblo para enseñarle o explicarle cómo pensar y cómo actuar.

Vivimos en una sociedad donde los líderes que la articulan, han ejercicio el esfuerzo suficiente para poder crear problemas de la nada, para despúes proclamarse como salvadores de la patria –por si una sociedad no tuviese bastante con los retos a los que nos enfrentamos día a día, ocmo comer, por ejemplo-. Este es el juego que nos han convidado participar: la mediocridad. La misma en la que ellos han sido y están instalados.

Así es como ha enfocado a un elemento fundamental en el control de la masa y al que han denominado “cambiar el discurso o el relato” o “adaptar el discurso o el relato”. La libertad de expresión, corrompida, para sr utilizada como un arma de la mentria y la falacia.

Quizás, de ahí que, para algunos colectivos, personarse en un lugar determinado para recabar informción suponga una forma de provocación. Y, sin embargo, para otros, asistir a un evento para manifestarse en contra de esa actividad, se encumbra, por el contrario, como una forma sana y exquisita de practicar la libertad de expresión, en su máxima expresión y legitimidad democrática. Cosa que aquí nadie pone en duda, pero lo otro también. Lo que está claro es que existe una perversión del lenguaje donde la calumnia, la falsedad y la difamación están al orden del día y no cuesta nada. Si existiese un mínimo de voluntad –que no la hay, ni la habrá- podríamos evitar este tipo de tesituras y profesar una libertad de expresión plena. Es decir, con responsabilidad y sujeta a una código civil. Sin embargo, todos estos conceptos son utilizados para seguir controlando la voluntad de un pueblo, vetado a la información y al conocimiento, para así poderlo embaucar en las más tristes empresas de la historia.

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