Un relato woke de la extrema izquierda
Veinte de noviembre
Veinte de noviembre, fun, fun, fun…¡huy!, perdón, que eso es el veinticinco de diciembre. Nos hemos confundido porque la Navidad empieza cada vez más pronto, ya que cientos de alcaldes quieren emular al entrañable Abel Caballero que enciende las luces de su Vigo el 15 de noviembre. Este año, por cierto, se le ha adelantado el alcalde de Estepa, que se justifica porque tiene muchos mantecados que vender. Va a ser que nos hemos liado y hemos mezclado la fecha con la de la conmemoración de la muerte de Franco, que este año cobra relevancia porque se cumple medio siglo. Aunque, por algunas cosas, parece que fue ayer. Nosotros, desde luego, lo celebramos en 1975 y luego hemos intentado olvidarnos, pero no nos dejan. Los que no vivieron aquella época ominosa y, por tanto, no tienen ni idea de lo que es una dictadura, se creen que aquello era Jauja y salen a reivindicarlo, sacando la bandera del pajarraco, la falangista y otras peores como la nazi.
Además de las misas por Franco y José Antonio que se celebran todos los años en esta fecha, 2025 está siendo especial, seguramente por tratarse del quincuagésimo aniversario del óbito del “Caudillo de España por la gracia de Dios” como rezaba la leyenda de las monedas de curso legal; con tal motivo hemos tenido festejos especiales. El más relevante, y que está ocupando la mayor parte del espacio en periódicos y medios de todo tipo, es la publicación de la condena del fiscal general del Estado. Algunos se extrañan de que se haya publicado tan pronto y sin redactar aun la sentencia. A lo peor somos mal pensados, pero se nos ocurre que podría ser para sumarse a las celebraciones antes citadas,
Esta noticia ha conseguido quitar de las portadas y de los titulares de informativos, redes y demás medios, temas tan irrelevantes y aburridos como el asunto Mazón o el de la Diputación de Almería. Como efecto colateral, nos han estropeado la ingesta de varias botellas de champán (con tapas adecuadas) que pensábamos pimplarnos para celebrar la efeméride, las “bodas” de oro de la palmatoria del dictador, igual que hicimos en 1975, como hemos escrito más arriba. Lo que ha compensado al vendedor del champán es que las botellas que dejamos de bebernos se las habrán ventilado Ayuso, su novio y su director espiritual Miguel Ángel Rodríguez, MAR para los amigos, que algunos tendrá, que hay gente para todo.
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