El sainete de Moncloa

El sainete es una obra teatral, frecuentemente cómica, de ambiente y personajes populares. Durante los siglos XVIII, XIX y casi todo el sigo XX tuvo gran aceptación en España este género, representándose en teatros, naves industriales y en escenarios improvisados en plena calle. Autores como Ramón de la Cruz, los hermanos Álvarez Qintero y Carlos Arniches están en la mente de todos los mayores, porque durante muchos años disfrutamos de este género desenfadado y divertido. Por desgracia el sainete y la zarzuela prácticamente han desaparecido de nuestra cultura . De esta apatía y abandono son responsables todos los gobiernos que han pasado por Moncloa en los últimos 50 años. En 1769 Ramón de la Cruz escribió su famoso Manolo: “Tragedia para reir, o sainete para llorar”. Yo pienso que tuvo información privilegiada o simplemente acertó en lo que iba a suceder en España dos siglos y medio después. Porque lo que está ocurriendo en España día tras día es para llorar de rabia y de impotencia, o por el contrario tomárselo a risa, cuando los políticos niegan la evidencia y nos hacen creer que lo qe vemos con nuestros ojos, no es verdad, solo existen en nuestras mentes. Mañana sin falta pido cita para el oftalmólogo y el otorrino y me pensaré si pido otra cita con el psiquiatra, por si el diagnóstico de los anteriores es desfavorable; es decir, que me encuentren bien, normal. Esta semana pasada el Gobierno y sus impresentables socios han recibido un duro revés con el intento de aprobar el catalán como idioma oficial en el parlamento europeo. Les aseguro que suecos, polacos y búlgaros esperan como agua en mayo que por fin se hable catalán en Europa. Cuando uno se está ahogando, con el agua entrando ya en los bajos de Moncloa, ya tiene bastante con buscar una tabla, salvavidas o cualquier cosa que flote para salvar la vida. El idioma que representa a España en Europa y en el mundo es el español. De ello no hay ninguna duda y mucho menos necesidad. La tendencia es unir, simplificar y entendernos lo mejor posible. Se ha llegado demasiado lejos con las ocurrencias de Sánchez. Si Vd. algún día deja la Moncloa, no voluntariamente, para eso tendría que reflexionar por lo menos diez días, sino porque alguno de los socios le falle, sepa que en España ya no podrá ir al futbol, ni a la playa, ni pasear por cualquier calle, porque los españoles le gritarán y le silbarán durante el resto de su vida. Es una pena que el mismo interés y celo que ha puesto el Gobierno en implantar el catalán en Europa como lengua oficial, no lo haya puesto en Cataluña para que se pueda hablar el español con plena libertad. Sabe Vd Sr. Sánchez, porque lo sabe, que en Cataluña han obligado a todos los comerciantes sin excepción a poner los rótulos de su negocio en catalán. Esto no es bulo ni contra-bulo; es una pena.

El cerco se va estrechando día a día en torno a Sánchez; esto no lo digo yo, sino las conversaciones gravadas que nos ilustran y nos muestran día a día sobre lo que ya sospechábamos todos, desde hace años. Las inocentes víctimas de bulos de antaño, han alcanzado el grado de sospechosos hogaño; los que hasta hace poco eran sospechosos ya están imputados. No importa que uno de ellos sea el hermano del Presidente, otro, el que fue número dos en el Gobierno; eso a Sánchez no le preocupa en absoluto. Su única obsesión es qué le puede ofrecer a Puigdemont para que a cambio de lo que sea pueda mantenerse otra temporada en la poltrona. Porque ¿han pensado Vds. qué sería de España sin Sánchez? A modo solo de ejemplo: habría más viviendas, disminuiría el consumo de droga, bajarían los impuestos que nos están asfixiando, los violadores estarían en las cárceles y los delincuentes juzgados y condenados como autores de robos o malversación de cientos de millones de euros de dinero público cumpliendo sus condenas. Me apena y me entristece todo lo que está haciendo Sánchez con nuestro dinero, pero puedo asegurar que me preocupa mucho más los miles y miles de españoles que miran para otro lado, empezando por los sindicatos y seguido de titiriteros, profesionales del bulo y un elenco importante de los autodenominados artistas, siempre incondicionales del gran jefe. Necesitamos una gran dosis de cordura y retomar nuevamente los principios morales que diferencian al ser humano de los animales.