La Era Trump

La tribuna

10599806 2025-01-26
La Era Trump

26 de enero 2025 - 03:09

El revuelo político-mediático de la política española comienza a aburrir. Escribir sobre Sánchez y su cuadrilla es un ejercicio de masoquismo. Cuando uno recuerda aquellos ministros y diputados que daban sentido al Parlamento español y asiste ahora al esperpento gallináceo que protagonizan sus” señorías” entran ganas de colgar el mandil y arrojar el portátil por un barranco. Tengo a mano algunos artículos sobre los debates entre Gregorio Peces Barba (PSOE) y Miguel Herrero de Miñón(UCD), otros sobre la ironía quevedesca de Alfonso Guerra y el aplomo tranquilizador de Adolfo Suarez . Las propuestas e intervenciones de Enrique Fuentes Quintana, Carlos Solchaga, Landelino Lavilla, Miguel Boyer, Alfonso Osorio, Santiago Carrillo, Manuel Fraga, Ramón Tamames, etc. Sería corrosiva cualquier comparación con Patxi López, Irene Montero, Oscar Puente, Bolaños, Belarra, y por la orilla contraría, Cuca Gamarra, Miguel Tellado, etc. etc. Entre gritos, gestos soeces, insultos, ignorancia, vulgaridad, petulancia y falta de respeto que con notables excepciones muestran los grupos parlamentarios, el Congreso se ha convertido en una especie de concurso televisado cuyo único objetivo trata de aumentar el catálogo de palabras supuestamente ingeniosas para insultarse mutuamente, un desprecio flagrante a los ciudadanos que han de pagar resignadamente el espectáculo.

Asi que salgo de esta opereta bufa para comentar la actualidad. La ceremonia de juramento de Donald Trump ha sido uno de los acontecimientos que más atención ha acaparado en el mundo. Sin trucos verbales ni trampas dialécticas, sin bulos ni engaños, Trump presentó a Trump en estado puro, soberbio, retador, insolente y pragmático;” se acabó el reparto, que pierdan la esperanza quienes se han venido aprovechando de la pujanza de EE UU, ahora serán los norteamericanos los beneficiarios de la política y de la economía”, vino a decir. En su discurso se refirió a aspectos candentes que han dividido a la sociedad de EE UU en dos bloques visceralmente opuestos. La reciente votación señala que han ganado por amplia mayoría los votos de quienes se identifican con las promesas de Trump y le aplauden una personalidad extravagante e inquietante. Nada más prestar juramento anunció una serie de decretos y medidas a corto y medio plazo que en modo alguno pueden considerarse beneficiosas para Europa ni para España.

Como es sabido, la relación del gobierno de España con la administración Trump es manifiestamente mejorable. Comenzando por el Presidente del Gobierno de España que no oculta su antipatía personal y aversión política a Donald Trump. El breve comentario moderador del ministro de Exteriores es apenas un parche poroso que no va a mejorar una situación fría que se percibe como gélida en próximas fechas que comience la gobernanza de la nueva era trumpista. No ayudan a ello las declaraciones de los socios de gobierno de Sánchez, alguna lumbrera de Podemos clamaba el mismo día de la toma de posesión; “se acabó el lameculismo de este gobierno hacia EE UU “. Se observa que estos diputados/as de Sumar y Podemos provienen de la mejor escuela diplomática de la URSS. Tampoco las declaraciones de Pedro Sánchez sobre el panorama político mundial que comienza con la presidencia de Trump en la nación más poderosa del mundo. Ni sus afirmaciones en el Foro de Davos sobre repercusiones negativas de la alianza con Trump con dirigentes de las mayores empresas tecnológicas del mundo que ha calificado como “tecno-casta”.

Según algunos medios informativos se avecinan problemas inéditos para España y los españoles y para mejor resolverlos nuestro presidente de gobierno se ha alzado como adalid de la “Liga Anti Trump” en Europa. Buen comienzo. Expertos analistas y activistas políticos de uno y otro signo se apresuran a valorar la nueva era que ha comenzado en EE UU con repercusiones importantes en Europa y singularmente en España donde se observa una reafirmación de prejuicios ideológicos instalados en buena parte de intelectuales, periodistas y políticos claramente situados en el amplio bloque de izquierdas. Considero prematuro cualquier análisis y ante la perspectiva colosal que se anuncia sería prudente un periodo de observación y reflexión para despejar la interrogante que se abre con la conjunción de los dirigentes de las empresas tecnológicas más poderosas de mundo aliados con el gobernante de la democracia más poderosa del mundo.

Lo que parece ser una realidad en este mundo de incertidumbres y cambios acelerados por la irrupción de nuevas tecnologías y de manera especial la inteligencia artificial es que asistimos a una nueva era de la humanidad donde la política tradicional se verá alterada por fenómenos como el globalismo, el multiculturalismo, los populismos, la inmigración y el declive inquietante de las democracias liberales desorientadas ante estos nuevos retos. En EE UU emerge un “capitalismo tecnócrata” y radical dispuesto a romper los moldes de la vieja política “woke” que ha impuesto la corrección política a ultranza, la cancelación y el repudio de disconformes y devolver al pueblo la voz y la acción frente a una casta oligárquica corrupta y fracasada, mención directa a presidentes demócratas presentes en la sala. El gesto altanero, retador y fanfarrón de Trump no debiera ser interpretado literalmente, ahora toca gobernar, acoplarse a la realidad y fortalecer la economía, las prestaciones sociales, agilizar la administración pública y hacer de la política una herramienta útil a los americanos. No será sencillo, ni mucho menos inmediato, pero parece que se dispone a ello cueste lo que cueste, que podría ser incluso una ruptura social.

Entre los anuncios más radicales se refrieren a la inmigración, las políticas de género e identidad volviendo a la concepción primaria del ciudadano americano; raza blanca y de raíces cristianas, Trump pretende derogar de modo inmediato las políticas del partido demócrata respecto a estos asuntos, incluso negando la nacionalidad adquirida a los nacidos de padres inmigrantes sin acreditación de residencia en territorio de EE UU. Un juez federal ha reaccionado aplicando una suspensión cautelar por considerar indicios inconstitucionales en esta medida radical. Pero lo más inquietante para la comunidad internacional ha sido su propósito de expansión territorial de EE UU hacia Canadá, país.

independiente y vecino. También anuncia apoderarse de la isla de Groenlandia que pertenece a Dinamarca, “recuperar” el Canal de Panamá, ahora, según Trump bajo dominio de China y por decisión unilateral, cambiar el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América. Esas ansias expansionistas inaceptables en el Derecho Internacional y contraria a los acuerdos entre países amigos suenan a delirios de una personalidad autoritaria que parece decidida a repudiar el alcance de los equilibrios entre países tan necesarios para la paz mundial.

Los altísimos aranceles que anuncia a países exportadores de la UE afecta singularmente a España, haría peligrar el balance comercial y el futuro de algunas empresas españolas.

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