Fallece monseñor Bernardo Ávila, párroco emérito de Antas
Obituario
Era capellán de honor del Papa Francisco y el primer Hijo Predilecto del municipio de Antas
Monseñor Bernardo Ávila Ortega, párroco emérito de Antas, ha fallecido este lunes a los 91 años. Tras más de cinco décadas dedicadas a la labor pastoral en su pueblo natal, Antas, el sacerdote era una de las personas más queridas del municipio. Ha sido el guía espiritual de varias generaciones de antusos han crecido con don Bernardo como cura.
Este martes a las 12.00 horas se celebrará una misa por su alma en la Iglesia Parroquial de la Virgen de la Cabeza de Antas y se celebrará el sepelio de 'Don Bernardo', como era conocido por todos. El Ayuntamiento de Antas ha declarado tres días de luto oficial y que las banderas ondeen a media asta, según ha confirmado el alcalde, Pedro Ridao Zamora, en declaraciones a Diario de Almería.
Bernardo Ávila fue declarado con el título de primer Hijo Predilecto de Antas en 2016. Entre otros motivos, se alabó entonces su “enorme valía personal”, así como su “encomiable vida pastoral”. Además, Bernardo Ávila había sido nombrado en marzo de ese año como capellán de honor de su Santidad el Papa Francisco, lo que lo convirtió en “el más notable vecino del municipio”.
Además, el 8 de septiembre de este año 2021 se inauguró un busto en su honor y se le dio su nombre a la plazas de la iglesia de Antas. La escultura es obra del imaginero y restaurador Mario Jesús Latorre. El alcalde, Pedro Ridao, ha lamentado que "se nos va una persona muy querida por todo el mundo, con un gran corazón y que nunca olvidaremos los antusos".
Biografía de Bernardo Ávila Ortega
Monseñor Don Bernardo Ávila Ortega nació en Antas el 11 de mayo de 1930. Tras una infancia en tiempos de dificultad, apenas salidos los españoles de la guerra civil del pasado siglo, ingresó en el Seminario Conciliar de Almería con los 18 años, aunque él hubiera querido entrar en el Seminario en 1941 con otros compañeros suyos. En el histórico Seminario Conciliar de San Indalecio, entonces en la Plaza de la Catedral, comenzó el currículo de sus estudios de Humanidades. Terminado el tiempo del Seminario Menor, ya en el nuevo edificio del Seminario cursó los estudios de Filosofía y Teología, siendo ordenado sacerdote en Vélez Rubio el 14 de junio de 1959.
Durante su carrera sacerdotal fue párroco en diferentes Iglesias de la geografía almeriense como Vélez Blanco, Serón, Villaricos, Abrucena, Escullar y María, pasando por Vera para volver a la parroquia de Antas en 1979, como párroco de la comunidad parroquial de Nuestra Señora de la Cabeza, de Antas, y de la parroquia de la Virgen de las Huertas, de Aljáriz. A ambas comunidades parroquiales ha dedicado desde entonces su ministerio sacerdotal como pastor inmediato de sus feligreses, de servicio ininterrumpido y prolongado hasta más de cuarenta años. En 1987 fue nombrado arcipreste del arzciprestazgo de Vera.
Celoso pastor de almas, don Bernardo destacaba por ser uno de los sacerdotes compositores de música sacra en la España de su tiempo, autor de con varias composiciones de música sacra, varias misa, piezas dedicadas a la Virgen, motetes para las celebraciones de la Iglesia, sobre todo para la Semana Santa. Su última pieza es el «Himno a los Mártires de Almería del siglo XX», con letra del maestro de Capilla de la Catedral, don Juan Torrecillas Cano, buen amigo de don Bernardo. El himno, una pieza muy lograda, se estrenó el 25 de marzo de 2017, en la solemnidad de la Anunciación del Señor, titular de la Catedral de la Encarnación de Almería, con motivo de la Beatificación del deán José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 compañeros mártires.
El obispo Adolfo González Montes solicitó del Santo Padre Francisco que le fuera otorgado el título de «Monseñor» en condición de Capellán de Honor de Su Santidad, tras la reforma que el Santo Padre llevó a cabo de los títulos honoríficos para los clérigos seculares. Don Bernardo, como familiarmente todos los sacerdotes y fieles le llamaban, recibió el nombramiento de honorífico con palabras que son un testimonio de un hombre de fe y de un pastor adornado por la virtud de la humildad. Recogidas por el Diario de Almería suenan así: «Lo acepto como una gracia. Mis sentimientos son hoy de acción de gracias. Gracias a Dios por el don inmerecido del sacerdocio. Gracias al Papa Francisco por este honor que ha querido otorgarme. Honor tan inesperado como inmerecido. Lo asumo con obediencia y responsabilidad. Gracias al Obispo que lo ha solicitado. Gracias a mis hermanos sacerdotes que con tanta alegría lo han recibido. Gracias a mi pueblo, Antas, y mi parroquia».
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