El reportaje

Del Sol de la Catedral a los nuevos geosímbolos (7)

  • Espacio. La definición aceptada de fenómenos geográficos permite tratar el siempre difícil y delicado tema de los valores intrínsecos y las actitudes espacio-ambientales

Gérgal.

Gérgal. / Rosa Mª Navarro

El lector ha podido observar, a lo largo de estos artículos, que el elemento esencial y soporte de los "geosímbolos" es el paisaje, resultado de la combinación dinámica de elementos físicos, biológicos y antrópicos, constituyendo una estructura en continua evolución en el espacio y tiempo, síntesis de fenómenos naturales y socioeconómicos, los cuales podemos contemplar también con una específica evolución histórica, ya que la interacción naturaleza-sociedad presenta tanto aspectos actuales como del pasado.

La definición de fenómenos geográficos permite tratar el siempre difícil y delicado tema de los valores y actitudes espacio-ambientales, pues la identidad espacial de las personas conduce a la noción de espacio geográfico como referente simbólico e iconográfico de un territorio emblemático, igualmente puede llegarse a la personal identificación con determinados paisajes, de amor a la tierra y a sus imágenes más representativas, que pueden convertirse en símbolos de la personalidad, precisamente la llamada Geografía Humanística ha puesto énfasis en la dimensión subjetiva de esos espacios personales.

La dependencia del agua es un hecho diferencial, pero sobre todo unificador y debe estar por encima de ideologías y partidos políticos. En el Sureste de la Península Ibérica, puede darse la asociación de riesgos naturales contradictorios: sequías extremas y lluvias torrenciales catastróficas, el agua sigue siendo determinante y además se está consolidando como "geosímbolo" en defensa del futuro "una historia que se puede condensar en dos frases: lucha por el agua y contra el agua", imposible encontrar expresión más idónea y afortunada que esta de L. Álvarez Munárriz, 2005. 

Según el antropólogo Mandiales los mitos “ocultan y desocultan, dicen y callan”

En Pliego (Murcia) año 1751 se adosó un reloj de sol "es el que se dibuja en cualquiera superficie, describiendo unas líneas que representan los círculos horarios, en que toca el sol en el discurso del dia, y por medio de un estilo o gnomon —la varilla de hierro u otro metal clavada y fija, que con su sombra señala las horas— que hace sombra en ellos se conoce la hora que es" (Diccionario de Autoridades, año 1737), excelentemente labrado en un sillar de piedra caliza, para regular las tandas de riego del manantial de los Caños, a una gran balsa, estamos ante un doble símbolo el sol y el agua, unidos en el subconsciente y materialmente en este caso.

Según el antropólogo Manuel Mandiales los mitos "ocultan y desocultan, dicen y callan; en tanto que afirmación supuestamente verdadera, aunque no demostrable, el mito sirve para orientar y dar sentido a la vida".

 La conflictividad entre los usuarios del agua es una constante a lo largo de la Historia, sobre todo en las zonas semiáridas/áridas, en las que si bien predominan los conflictos promovidos por particulares pueden serlo a niveles más altos, incluso en espacios ricos en agua como ocurre en el Llano del Andarax, situado en el Valle Alto del río del mismo nombre en la Alpujarra almeriense, entre los concejos que lo comparten: Laujar, Codba (actual Fuente Victoria) y Fondón y su anejo Benecid, en el cual tierra y agua están unidas indisolublemente, pero la del río Andarax se distribuye entre los citados concejos.

El conflicto hasta puede ser promovido por instituciones muy poderosas caso de Guadix (Granada), limítrofe con la vertiente norte de Sierra Nevada, entre el obispado y el concejo, justicia y regimiento de la ciudad presidido por un corregidor con jurisdicción y autoridad bastante más allá de los límites del concejo. Entre 1494 y 1497 la Iglesia Mayor de Guadix presentó una petición a las justicias de la ciudad, para que se guarden los derechos del agua siendo Mezquita Mayor musulmana. Los vecinos que alegaran tener derecho al agua desde antiguo presentarían los documentos acreditativos, y responderían a varias preguntas como "qué agua es la que venía a la ciudad y cuántos días y en qué horas y en qué tiempo; qué personas tenían, después que el agua entra en la ciudad, servidumbre de ella y en qué cantidad y en qué tiempo y qué horas" (Archivo Histórico Municipal de Guadix, pieza 5/54).

Al poco tiempo, 20 de julio de 1498, el concejo, justicia y regimiento de la ciudad establecía las condiciones para construir una fuente con su pilar en la Plaza, entre otras disponía "se tome el agua del acequia que viene a la ciudad; ha de quedar cubierta el acequia y llana" (A.H.M. de Guadix, pieza 5/13).

Según la Iglesia Mayor la construcción del pilar y fuente en la Plaza pública disminuiría el caudal de la acequia que regaba su huerta.

Vistas las posiciones el conflicto se hizo inevitable, como pone de manifiesto el "proceso de la ciudad con el obispo (fray García de Quijada) sobre el agua" de 28 de agosto de 1498.

La conflictividad entre los usuarios del agua es una constante a lo largo de la Historia

Entre otras alegaciones el concejo exponía "es público e notorio que la dicha ciudad de Guadix tiene propiedad e posesión de todo el agua que hay en término de esta ciudad, especialmente de la que viene a ella para su proveimiento" (A.H.M. de Guadix, pieza 5/60), prosigue su defensa diciendo que hay agua para todos, sin duda dada su situación respecto a Sierra Nevada, "e aún más, si más fuere menester, pues hay agua harta en la dicha acequia".

El fallo sobre el pleito debió ser favorable al concejo pues el 18 de enero de 1499 se le presentó "Cuenta de lo que se gastó en el pilar e edificio del traer el agua al dicho pilar, la cual /cuenta/ se tomó en dieciocho de enero de 1499, de lo cual fue veedor el contador Sosa" (A.H.M. de Guadix, pieza 5/13).

En su defensa el concejo, justicia y regimiento de Guadix no olvida mencionar el ornato y "honra" que las fuentes dan a las poblaciones. Este concepto tendrá un amplio desarrollo entre los siglos XVI y XVIII en las ciudades y villas andaluzas, incluso pequeños lugares, en los cuales fuentes y pilares se convierten en puntos focales y de referencia en la trama urbana, entre los numerosos ejemplos pueden citarse: Caños de San Pedro, pilar y fuente de la Merced, y el del Arrabalejo en la ciudad de Jaén, Fuente de Carlos IV en Fondón (Almería), sin embargo donde el concepto de ornato, focalidad y punto de referencia alcanza una de sus más altas cotas, es en la Fuente de Santa María en Baeza (Jaén), verdadero y simbólico monumento al agua

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