Daños temporal

Sin playa y sin esperanza, el verano más triste de Balerma

  • El último temporal de Poniente se ha llevado la arena aportada la semana anterior, que ya se advertía claramente insuficiente

La playa, literalmente, no existe en el tramo urbano.

La playa, literalmente, no existe en el tramo urbano. / D. A.

Los vecinos de Balerma transitan entre la perenne indignación y la cada vez más pujante resignación. La única solución aportada al grave problema de regresión de su playa, la de la aportación de arena tal y como se viene haciendo en los últimos años, ya se antojaba totalmente insuficiente este año tanto por lo vecinos como por la propia administración local, que alertaron de ello recurrentemente meses atrás.

El dinero destinado este año a esta parte del litoral ejidense se iría básicamente en la actuación de emergencia en el paseo marítimo y no tanto en la regeneración de los arenales, pues únicamene se aprobaron 13.000 metros cúbicos, una cantidad netamente inferior a la de años pasados. Y, en efecto, el fuerte viento de Poniente que sopló en las jornadas del viernes y el sábado, el temporal de olas que oligó a izar la bandera roja en el litoral balermero, arrojó las peores consecuencias, llevándose por delante la totalidad de la arena que se había aportado apenas una semana antes y dejando el tramo urbano de la playa sin espacio ni siquiera para poner una toalla.

Las olas chocan con fiereza contra el muro del paseo marítimo y los veraneantes han de irse a Levante o a Poniente, alejados de la parte urbana de la playa, si quieren disfrutar del litoral. Es, seguramente, la consecuencia menos grave de la situación en Balerma, pues en la zona de Las Cuevecillas son fincas agrarias las que peligran ante el avance del mar

Las olas chocan con fiereza contra el muro del paseo marítimo y los veraneantes han de irse a Levante o a Poniente, alejados de la parte urbana de la playa, si quieren disfrutar del litoral. Es, seguramente, la consecuencia menos grave de la situación en Balerma, pues en la zona de Las Cuevecillas son fincas agrarias las que peligran ante el avance del mar, mientras que el propio Paseo Marítimo se halla en peligro de derrumbe si no se adopta una solución estructural, petición que viene exigiendo la Plataforma por la Defensa de Balerma y el propio Ayuntamiento por activa y por pasiva, sin que por el momento se haya recibido ninguna respuesta oficial en ese sentido. En la última reunión celebrada tanto con el secretario de Estado de Medio Ambiente como con el subdelegado del Gobierno en Almería –habiendo mediado un encierro de vecinos de Balerma en las dependencias del Servicio Provincial de Costas– la única promesa arrancada fue más aportación de arena el año que viene y el compromiso de estudio y actuaciones preferentes en el marco de un futuro plan integral de la costa almeriense, que no se espera como mínimo hasta 2023. Promesas que no convencen.

A pesar de las muchas peticiones realizadas tanto por el equipo de Gobierno, Junta Local y Plataforma, los únicos trabajos que se han llevado a cabo este año han sido los de reconstrucción del Paseo Marítimo, obra que ha contado además con la oposición parcial de los vecinos, ya que han requerido de pérdida de metros de dicho paseo, que ha debido ser retranqueado. Esta actuación todavía no se ha culminado del todo, teniendo que ‘convivir’ los veraneantes con maquinaria pesada, movimientos de tierra y las molestias que acarrea tener un trozo de playa acotado para la realización de obras, y el propio paseo marítimo parcialmente cortado. A esto se le suma la “ridícula” aportación de arena, según la califica el consistorio: 13.000 metros cúbicos de arena, cuando, arguye el alcalde Francisco Góngora, la cantidad que se debe aportar para proteger las fincas agrícolas de la zona de Las Cuevecillas y el frente costero debe ser al menos de entre 50.000 y 60.000 metros cúbicos, tal y como se ha hecho en años anteriores”.

Así las cosas, y con medio verano echado ya por alto, los vecinos de Balerma han perdido la esperanza al menos por esta temporada y únicamente desean que este año triste sea el último en el que tengan que padecer estos problemas, aunque cada vez tienen menos fe y sí más resignación.

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