La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación de Vera cumple 22 años como Bien de Interés Cultural
Patrimonio
En marzo del año 2000 fue incluida en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz en la categoría de Monumento, aunque no sería hasta el 18 de mayo de ese año cuando se publicaría en el BOJA
La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación de Vera fue construida, entre 1521 y 1524, por alarifes moriscos, combinándose en su fábrica elementos góticos con otros mudéjares. Estos días está de aniversario. Se cumplen 22 años desde que la Junta de Andalucía, el 27 de marzo del año 2000, proclamó a la Iglesia fortaleza veratense Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento, aunque no sería hasta el 18 de mayo de ese año cuando se publicaría en el BOJA.
Con su inclusión en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz no solo se protegía el edificio sino también elretablo mayor, de autor desconocido y estilo barroco, que data de la segunda mitad del siglo XVIII, así como los elementos que lo integran, tanto la Virgen con el Niño como el relieve de la Anunciación y la maquinaria del reloj que data del siglo XIX, fabricada en hierro forjado, ubicada en el cuerpo de la torre y cuyos autores fueron Gregorio García y S. Abials, así como espacios públicos de algunas calles aledañas a la Iglesia.
La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación de Vera se construyó como consecuencia de la destrucción de la antigua ciudad musulmana de Bayra en el terremoto de noviembre de 1518.
Tras el cual, el Emperador Carlos V pidió reedificar la ciudad y la fortaleza de Vera por la defensa de la tierra se mandó construir una ciudad de nueva planta, con muralla, torreones y «en el centro un templo parroquial, de planta rectangular y traza de fortaleza, con sendas torres en las esquinas». Y así se construyó un templo que mezcla 𝗲𝗹𝗲𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗴𝗼́𝘁𝗶𝗰𝗼𝘀 𝘆 𝗺𝘂𝗱𝗲́𝗷𝗮𝗿𝗲𝘀. Se trata de un templo aislado, de una sola nave rectangular dividida interiormente en cinco tramos por pilares de fuerte resalte, en cuyos ángulos se sitúan potentes torres de planta cuadrada. Los muros son de gran grosor y, prácticamente, ciegos. Los pequeños huecos originales se abren a considerable altura y son verdaderas saeteras con carácter defensivo.
Las entradas, protegidas por la altura de su rasante, más elevada que la general de los terrenos que rodean el templo, son dos y se sitúan en el lateral norte, la principal, y otra secundaria, a los pies. Las portadas son simples huecos recortados sobre el muro, con un arco de descarga sobre el dintel. Lo más destacado de la fachada lateral, en cuanto a decoración, lo constituye una moldura que recorre la parte superior y un grupo de tres escudos, al parecer correspondientes al Papa, al Emperador y al Obispo Fernández de Villalán, éste el único que se conserva en la actualidad.
Por lo que respecta al interior, queda organizado en una sola nave en cuyos muros se disponen columnillas muy delgadas que recorren la parte frontal de los pilares para terminar en una moldura. Las bóvedas son de crucería cuatripartita y, en el presbiterio, de terceletes. A los pies del templo se coloca el coro que descansa sobre una bóveda de lunetos.
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