Tradición y paisaje avalan a la Semana Santa de la localidad
Serón
Pasión, muerte y resurrección de Cristo en un marco incomparable · Domingo de Resurrección, uno de los momentos más singulares y multitudinarios para los vecinos
Para hablar de la Semana Santa del municipio seronés, es necesario recurrir a la Asociación de Hermandades de Serón, que aunque en un primer momento se refieren a ella como "una más", al entrar en sus peculiaridades y simbologías, comprobamos como la propia ubicación del pueblo, el paisaje, sus empinadas y angostas calles son ya elementos distintivos que la dotan de un escenario incomparable para revivir la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
La Procesión de la Amargura, donde Madre e Hijo se encuentran al llegar a la Plaza de Arriba. La subida al Calvario, dónde la Verónica limpia el rostro de Jesús y acompaña a la Virgen en su dolor. La Procesión del Santo Entierro, donde el recogimiento se hace silencio. Y en todas ellas, las mismas Hermandades, en señal de unión y fraternidad.
Pero sin duda, el acontecimiento más singular y multitudinario de la Semana Santa de Serón tiene lugar el Domingo de Resurrección, cuando, en la Plaza de Arriba, junto a la ermita de la Patrona, se representa el episodio de la Resurrección inspirada en los Evangelios sinópticos.
Una vez se produce el encuentro entre la Virgen y el apóstol San Juan, éste se dirige hasta el sepulcro, y asomándose a él, comprueba que Cristo ya no yace en su interior. Es en este momento cuando se sobrecoge el corazón de todos, tanto seronenses como visitantes, que, expectantes a la vez que nerviosos, ven como San Juan, a hombros de sus costaleros, corre hasta llegar al encuentro con la Virgen para gritar a pleno pulmón "María, María, tu hijo ha resucitado".
En ese mismo instante, los presentes aplauden de júbilo, las campanas de la iglesia repican con alegría, los cohetes anuncian la buena nueva, una lluvia de pétalos de flores caen sobre las 3 imágenes, que "bailan" al alegre son de la música. Y la Virgen, tras encontrarse con su Hijo Resucitado, cambia su luto por un manto blanco.
Esta tradición, según testimonios verbales de los más ancianos del municipio, ya se realizaba en los años 20 del siglo pasado. Y aunque los avatares de Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial provocaron temporalmente la desaparición de las tradiciones cofrades, esta fue recuperada en cuanto se reanudaron los desfiles procesionales.
1 Comentario