La seguridad

Contratar una empresa de seguridad Low Cost no va a satisfacer la necesidad de seguridad del ser humano según la pirámide de Maslow

Todos hemos leído alguna vez referencias sobre la pirámide de Maslow y sobre las necesidades del ser humano expuestas en su famosa tabla. Amén de otras catalogaciones de orden psicológico y antropológico, en la tabla de Maslow la seguridad aparece como la segunda de las necesidades. Lo cierto es que el hombre necesita sentirse seguro, afincarse en ese estado emocional, respecto a sí mismo, familiares y bienes. Esto implica la certeza de ausencia de agentes externos que puedan suponer un riesgo o amenaza. Para conseguir esa emoción, vinculada al confort y a la zona de seguridad, el ser humano está dispuesto a cualquier cosa como a contactar con las FFCC para alertar de un peligro; e incluso a contratar los servicios de una empresa de seguridad privada. La existencia de un contrato rubricado es capaz de serenar y dar sensación de seguridad al ser humano. No obstante, y abro la Caja de Pandora, la seguridad contratada no es tal. Los contratos Low Cost ocultan al sector más corrupto de este país. Dichos contratos provienen de empresas intrusistas o de dudosa reputación. El bien contratado suele ser el tiempo (horas de servicio de los trabajadores), y el miedo (el precio se ajusta al riesgo real). Pero lo que se contrata de verdad es la seguridad psicológica (que no es seguridad real). En el supuesto de suceder algo estas empresas no cuentan ni con recursos técnicos ni económicos necesarios como para asumir los daños producidos al cliente. Los trabajadores no son vigilantes de seguridad habilitados: no tienen formación, no tienen placa, y no tienen la habilitación profesional (que solo la entrega la policía nacional). No existe además garantía de ausencia de antecedentes penales en estos individuos. Por otro lado el cliente no está exento de sanción según la ley orgánica de seguridad privada 5/2014 de 4 de abril. La contratación de personal no habilitado le puede suponer una cuantiosa sanción económica, es decir por un lado obtiene un servicio ineficiente de seguridad pero además puede ser sancionado por ello. Abierta la Caja de Pandora para el cliente ignorante decirle que medite bien con quién contrata un servicio de seguridad porque, más allá de la seguridad psicológica, y además de exponerse a ser sancionado, va a ser víctima de un fraude. Una mala decisión le va a alejar de satisfacer su necesidad de seguridad según la pirámide de Maslow.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios